Viejos lobos de mar
Si bien Antigua (pronúnciese antiga) es una isla fundamentalmente conocida por sus playas, presume también de otros múltiples atractivos. Con apenas doscientos ochenta kilómetros cuadrados de extensión y casi completamente plana, puesto que su punto más elevado no supera los quinientos metros, contrasta sobremanera con otras islas vecinas. Junto con las denominadas Barbuda y Redonda forma un estado independiente desde hace unas décadas, registrado en Naciones Unidas como Antigua y Barbuda. Y si alguien piensa que se trata de un microestado coherente con sus circunstancias, se equivoca, puesto que su zona sur suele ser un refugio de viejos marineros mientras que en el norte hay bastante turismo, principalmente británico.
Desconozco la razón por la que decidimos ir a un lugar del que el noventa por ciento de nuestros compatriotas no han oído hablar. Tan solo recuerdo que teníamos reservada una habitación en The Admiral’s Inn, posada totalmente recomendable y situada en el mismísimo Parque Nacional Nelson’s Dockyard, donde el famoso almirante homónimo pasó buena parte de sus últimos días. Esta zona está situada en la parte sur de la isla y es un oasis de tranquilidad, salvo por los escasos turistas que vienen a visitar los únicos astilleros georgianos que existen en el mundo. Están situados éstos junto a un puerto natural, que servía para resguardar a la flota de Nelson y ahora acoge a numerosos yates, buena parte de ellos procedentes del otro lado del Atlántico. Poco más puede verse allí, salvo un par de garitos, llenos de viejos marineros, donde es posible tomarse una cerveza o un vaso de ron en buena compañía.
Tras pasar unos relajantes días contactamos con Ray, taxista nativo que por un módico precio nos transportó en su viejo vehículo a ver la parte sur de la isla. La naturaleza en Antigua no es tan espectacular como en alguna de sus vecinas, pero hay playas impresionantes. Generalmente desérticas, con una arena blanca finísima y donde crecen palmeras y cocoteros que aseguran al visitante una imagen típicamente caribeña. Se conservan también viejos molinos, usados antaño para la producción de ron. Nuestro amigo nos llevó a Shirley Heights, desde donde se divisa buena parte del sur de Antigua, así como sus islas hermanas, Barbuda y Redonda. También enseñó a nuestro pequeño hijo el típico saludo caribeño, chocando los nudillos hasta llegar a darse la mano a continuación. Todo un gran tipo, buen representante de la exquisita hospitalidad local.
Después de unas horas de descanso, solíamos dedicar el final del día a contemplar el ocaso para, a continuación, tomar algo en alguno de los locales situados en el interior de Nelson’s Dockyard. Generalmente, nuestros contertulios nos contemplaban con extrañeza, al darse cuenta de que no éramos marineros sino turistas. Una tarde, el camarero de turno se sorprendió cuando se lo comentamos. ‘Los turistas están en el norte de la isla’, nos dijo en un inglés con acento caribeño, ‘aquí solo vienen marinos’. Señaló entonces a alguien parecido a un viejo lobo de mar, que charlaba tranquilamente con otra persona de similar aspecto. ‘¿Ves a ese nota de ahí? Es el teclista de Pink Floyd’, comentó. Ante mi sorpresa, continuó diciendo: ‘Su yate es aquel de allá. Ha llegado hace pocos días desde Inglaterra’.
Desgraciadamente, nos tocó abandonar aquel paraíso. Habíamos decidido gastar nuestros últimos cartuchos en Dickenson Bay, playa situada al norte de Antigua. Es ésta una zona de espectacular belleza y donde pueden disfrutarse unas puestas de sol que te dejan boquiabierto. Pero en ella no hay posadas sino grandes hoteles, no hay viejos marineros sino turistas tostándose al sol un día tras otro y no se beben vasos de ron sino rum punches. Aquellos momentos echamos mucho de menos nuestros días en Nelson’s Dockyard, su gente y sus tabernas. Tanto, que emulando a Long John Silver como si nosotros también fuéramos viejos lobos de mar, una noche comenzamos a cantar: ‘Ron, ron, ron, la botella de ron…’.
Un paraíso espectacular. Maravilloso reportaje, amigo. Saludos. Ya soy fan del blog,
Te agradezco mucho tus palabras y me alegra que te haya gustado el artículo.
Muchas gracias por tu aportación y un abrazo.
Magnífico relato, Florencio. Por lo que comentas parece un lugar de otra época. Si alguna vez visito la isla de Antigua dejaré esta parte para el final, pero ten por seguro que me pasaré por allí. Parece sacado de otra época, y si encima hay poco turismo mejor que mejor. 🙂
Me alegra que te haya gustado, Joaquín. Antigua es una isla muy interesante, con algunas de las mejores playas del Caribe y esta zona del sur, que es realmente encantadora.
Muchas gracias por tu aportación y un abrazo.
Que bonito relato!!! Descripción literaria y costumbrista de un lugar que sin ser conocido, has comentado con cierto aire nostálgico y que té causó grandes sensaciones. Esos son los momentos que merecen la pena ser vividos. Seguro que cada vez que bebes un chupito de ron te vienen a la memoria aquellos recuerdos.
Ya cada vez bebo menos ron, pero sí que me ayuda a recordar los buenos momentos pasados al sur de Antigua. Una isla poco frecuentada por los españoles, pero a la que merece la pena darle una oportunidad.
Muchas gracias por tus palabras y un abrazo.