Atravesado de este a oeste por el río Rhin, el lago de Constanza está localizado en un punto de convergencia entre los estados de Alemania, Austria y Suiza. Situado a unos cuatrocientos metros sobre el nivel del mar, tiene una superficie aproximada de quinientos cuarenta kilómetros cuadrados, que lo convierten en el tercer lago más grande de Europa Central, tras el lago Balaton y el lago Leman. Su profundidad máxima supera los doscientos cincuenta metros y su origen es glaciar, quedando definitivamente desprovisto de la capa de hielo tras la última glaciación. Aunque en la actualidad el clima en la zona circundante es moderado, en ocasiones su superficie llega a helarse por completo, siendo la última vez que esto ocurrió hace unos sesenta años.

Las orillas del lago de Constanza están densamente pobladas, siendo la ciudad que le da nombre la que acumula un mayor número de habitantes con unos ochenta y cinco mil. Fueron los romanos quienes la fundaron, bautizándola con su denominación actual en honor del emperador Constantino, aunque apenas quedan restos de esa época. Debido a su situación cercana a Suiza, de la que apenas la separa el Rhin, y no demasiado alejada de Austria, su pasado ha sido un tanto agitado, llegando incluso a formar parte de este último estado durante más de tres siglos. En la actualidad, forma parte del länder alemán de Baden-Wurtemberg y ofrece al visitante un casco histórico bien conservado, al ser una de las pocas ciudades alemanas que no fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial.

Existen una docena de islas en el lago de Constanza, aunque tan solo tres de ellas superan el medio kilómetro cuadrado. La mayor de todas es Reichenau, cuyos aproximados cuatro kilómetros cuadrados de superficie están unidos a tierra firme por una calzada construida a mediados del siglo XIX. Esta isla es muy renombrada en Alemania debido a su buenas condiciones climáticas, que permiten la obtención de una amplia variedad de productos hortofrutícolas de excelente calidad. Su población total es algo superior a los tres mil habitantes, que se encuentran distribuidos en tres comunidades diferentes, denominadas respectivamente Mittelzell, Oberzell y Niederzell.

Pero si algo sobresale en Reichenau son sus iglesias, que en el pasado llegaron a sumar una veintena en toda la isla. De ellas, permanecen tan solo tres en la actualidad. La más remarcable está dedicada a Santa María y se encuentra en Mittelzell, integrada en una abadía que fue fundada en la primera mitad del siglo VIII y llegó a convertirse en el principal centro religioso del Imperio carolingio. Con el tiempo fue perdiendo relevancia, hasta que los monjes la abandonaron a comienzos del siglo XIX. La basílica de San Pedro y San Pablo fue construida a finales del siglo VIII en la actual población de Niederzell. Por su parte, la iglesia de San Jorge está situada en Oberzell y data de finales del siglo IX, destacando en ella sus extraordinarias pinturas murales.

No era consciente de lo que suponía navegar las aguas del lago de Constanza cuando tomamos un ferry para cruzar hasta la orilla opuesta. Hasta que algún tiempo más tarde, no sé si por casualidad o por intuición, di con un artículo periodístico donde se aludía a ciertos problemas que habían tenido unos pescadores mientras efectuaban su trabajo. La causa era, al parecer, que los tres países cuyos territorios bordean el lago nunca se han puesto de acuerdo en cuáles son sus confines. Esto equivale a decir que el lago de Constanza es el único lugar en la Tierra donde las fronteras simplemente no existen. Caí entonces en la cuenta de que, durante el tiempo que duró aquel trayecto, mi familia y yo habíamos atravesado un territorio onírico, un lugar inexistente, una especie de limbo. Que, en definitiva, aquel había sido un viaje a ninguna parte.