Vézelay (por Jorge Sánchez)
No es fácil alcanzar Vézelay por medios locales. Tuve que hacer autostop desde Troyes, hasta que el último coche me dejó en el refugio de la Madeleine, en lo alto de la colina. Eran las 9 de la noche. Piqué varias veces pero nadie me abría. Ya me disponía a desplegar mi saco de dormir en el interior de algún cajero automático, a salvo de la lluvia, cuando dos frailes me abrieron la puerta y me instalaron en un dormitorio vacío. Era el único peregrino que en esas fechas (invierno del 2016) se aventuraba a realizar a pie el Camino Francés hasta Santiago de Compostela. Uno de los frailes, sonriente y feliz de la vida, me regaló una manzana que me comí con fruición antes de dormir.
Por la mañana, antes de comenzar a caminar, participé en la misa del refugio, a la que asistieron campesinos del lugar, y recibí mi bendición. Luego visité el interior de la basílica, incluyendo los restos de Santa María Magdalena. La basílica era pequeña, pero albergaba en el sótano las reliquias de María Magdalena, protegidas por unos barrotes.
Durante aproximadamente una hora escudriñé cada rincón de esa basílica y leí todos los letreros acerca de su historia. Todo el conjunto monástico de la colina era entrañable.
Una vez que me pareció que ya lo tenía todo visto, me acerqué a la pequeña estatua del Apóstol Santiago, la besé, descendí de la colina y comencé mi peregrinaje.