Desparramándose hacia ambas laderas de un cerro en cuya cima se ubica su castillo, el casco urbano de Valencia de Alcántara tiene un origen presumiblemente musulmán. Pasó a manos cristianas hacia 1221, gracias a la intervención de tropas de la Orden de Alcántara, a la cual debe su actual denominación. A partir de entonces, el núcleo de la población se situó en el conocido como Barrio Gótico, la parte más antigua de la localidad. Con el tiempo, el centro neurálgico se fue desplazando hacia la plaza de la Constitución, donde se encuentra el Ayuntamiento local. Además de éste, entre las muestras más destacadas de arquitectura civil se encuentran la edificación conocida como La Sinagoga, la puerta de las Huertas, el puente de Abajo, la fuente de Monroy, la fuente de La Playa y la plaza de toros. Numerosas viviendas muestran en sus fachadas antiguos blasones. Por su parte, la arquitectura religiosa está bien representada por las iglesias de Rocamador, la Encarnación y San Antonio de Padua, así como por los conventos de Santa Ana y San Francisco. Diversos festejos populares, entre los que hay que mencionar la Romería de San Isidro, la Cruz de Mayo, Los Mayos, la Boda Regia y la Semana Santa, se celebran en la villa a lo largo del año. Valencia de Alcántara cuenta en la actualidad con una población algo superior a los cinco mil habitantes, dedicados en su mayoría a los servicios, la agricultura y la ganadería. Estas últimas actividades se ponen de manifiesto en su típica gastronomía, basada en la dieta mediterránea con el añadido de productos del cerdo y cuyos principales representantes son el cocido y el buche extremeño. Entre las manifestaciones culturales locales se cuentan el arte urbano, en boga últimamente; el toque manual de campanas, que esperemos no esté irremisiblemente perdido; y la jota, que cobra especial relevancia con las interpretaciones del grupo folclórico Juéllega Extremeña.