Una ciudad de autor
Lo reconozco: prácticamente no había oído hablar de Vicenza hasta hace unos pocos años. Tampoco de Palladio, del que tan solo sabía que era un arquitecto renacentista que había dejado su impronta en diversos lugares del norte de Italia. Y casi menos aún de Pigafetta, cuyo nombre me sonaba ligeramente a mero aprendiz de Marco Polo. Todo este rompecabezas comenzó a cuadrar cuando trataba de buscar destinos para un viaje por diversos puntos de Europa que estábamos prestos a emprender durante algunas semanas en el verano de 2013. Y la amalgama que lo consolidó todo fue mi inquebrantable fe en los sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Andrea di Pietro della Gondola nació en Padua a comienzos del siglo XVI. Era tan solo un aprendiz cuando, con apenas quince años de edad, se desplazó a Vicenza para prestar ayuda en una obra. Aunque pocos meses más tarde retornó a su ciudad natal, algo debió resultarle atractivo en la población vicentina, puesto que apenas un año después se estableció en ella y allí residió la mayor parte de su vida. El talento de della Gondola habría pasado desapercibido si no hubiera conocido al arquitecto y humanista Gian Giorgio Trissino, con quien se desplazó a Roma cuando ya contaba con treinta años de edad. El impacto de la experiencia vivida en la ciudad romana fue tan grande que, a petición de su mentor, empezó a ser conocido como Palladio, referencia a la diosa clásica Palas Atenea que puede traducirse como el sabio.
Apenas tres décadas antes había visto la luz en Vicenza Antonio Pigafetta, que se interesó por la astronomía y la geografía desde muy joven. Acompañado de Francesco Chiericati, miembro de la familia local más poderosa en la época y para la cual Palladio diseñó el denominado Palazzo Chiericati, se dirigió a España no se sabe muy bien con qué intenciones. Sí que consta en los archivos que se entrevistó con el monarca Carlos I, mediante el cual conoció el proyecto de navegación que estaba presto a emprender Fernando Magallanes. Tras ser aceptado como miembro de la tripulación, se convirtió en uno de los dieciocho hombres que consiguieron completar la circunnavegación del globo. Retornado a su ciudad natal, escribió un diario con las notas que había tomado durante la odisea.
No está del todo claro si Pigafetta vio publicada su obra, que se editó en Venecia en 1536 bajo el título Relación del primer viaje alrededor del mundo. Algunos historiadores lo sitúan luchando contra los otomanos ese mismo año, mientras que otros aventuran que había fallecido en Malta unos meses atrás. En esa época, Palladio comenzaba sus primeros proyectos en los alrededores de Vicenza. La primera obra que se le atribuye es Villa Godi, en Lugo di Vicenza, a la que siguieron Villa Piovene, en Lonedo di Lugo, y Villa Pisani, en Bagnolo. Poco a poco, el arquitecto adquirió cierto renombre y los nobles y dirigentes de la ciudad vicentina comenzaron a disputarse sus servicios.
Nada más poner los pies en Vicenza, pude darme cuenta de la evidente Palladio-dependencia que presenta la localidad. Un total de veintitrés construcciones suyas se encuentran dispersas por una ciudad cuya imagen está profundamente ligada a la mano del maestro renacentista. Los expertos suelen considerar su obra más destacada la magnífica Basilica Palladiana, destinada a albergar una logia para la población y que no pudo ver concluida. Aunque si le preguntaran al propio autor, probablemente elegiría el extraordinario Teatro Olimpico. Sintiendo próxima su muerte, quiso hacer un último guiño a esa arquitectura clásica que tanto lo inspiró desde su viaje a Roma. Y, aunque no sobreviviera al intento, doy fe de que consiguió su objetivo con creces.
«Y la amalgama que lo consolidó todo fue mi inquebrantable fe en los sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO.» Jajaja esto me suena. Yo desde hace unos años cuando voy a viajar a alguna región o país siempre pongo sobre un mapa los lugares PdH, y luego ya voy enlazando. De momento siempre me ha ido bien y ninguno de esos lugares me ha decepcionado; más bien ha sido al contrario.
Vicenza es una ciudad que siempre me ha atraído. Cuando era adolescente, antes de decidirme por las matemáticas y la informática, me gustaba mucho la arquitectura y pensaba que me terminaría dedicando a ella. Mi padre me regaló por aquel entonces un compendio con Los cuatro libros de la arquitectura de Andrea Palladio, y me fascinó. Todavía lo conservo como oro en paño.
Aún no he visitado Vicenza, pero espero poder ir algún día. Solo por ver la Basílica Palladiana ya tiene que merecer la pena plantarse allí…
Un abrazo,
Joaquín
Si te fascina Palladio, deberías ir a Vicenza cuanto antes. Y no solo por la Basilica Palladiana, callejeando por la ciudad se nota su huella en diversas edificaciones más. A mí me gustó mucho también el Teatro Olimpico, todo un guiño a los arquitectos clásicos.
Llevo mucho tiempo siguiéndole la pista a los lugares PdH y nunca me ha fallado. Es una apuesta segura también en mi caso.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.