En la mayor parte de los archipiélagos del Pacífico Sur el equivalente al papel que en Europa pueden desempeñar el vino o la cerveza lo interpreta una bebida habitualmente conocida como kava. Además de proporcionar a su consumidor un agradable estado de relajación y calma interior, este producto es utilizado desde tiempos inmemoriales en muchas islas con fines socializadores, mediante ciertos rituales o ceremonias que practicaban los hombres de la tribu y en los cuales frecuentemente se vetaba a las mujeres. En la actualidad siguen existiendo locales, a la manera de los bares en Occidente, donde se sirve kava, cuyo consumo parece haberse puesto de moda fuera de su ámbito original, llegando incluso a lugares tan alejados como Florida.

Esta bebida tan peculiar se extrae de una planta de la familia de la pimienta, cuyas raíces son puestas a secar y pulverizadas hasta quedar reducidas a finas partículas. Una vez en ese estado son disueltas en una cantidad de agua acorde al grado de concentración que se requiera, dando como resultado un líquido de aspecto generalmente incoloro. El ceremonial asociado a su consumo varía dependiendo de la isla que se considere, pero habitualmente quien convida produce una cantidad generosa de elixir que deja en una vasija de considerable capacidad, de la que sus invitados van consumiendo dosis menores a intervalos hasta que se agota el contenido. La parte más concentrada suele acumularse en el fondo del recipiente y se reserva para el anfitrión o huéspedes especiales.

A pesar de que el kava no es una bebida alcohólica, sus detractores afirman que su consumo puede acarrear cierto riesgo de daño hepático, a veces irreversible y en ocasiones fatal. Debido a esto su uso ha sido prohibido en varios países, y probablemente sea ésa la razón por la que no se ha extendido en demasía por Occidente. Sin embargo, la relación directa entre la utilización de esta planta y los decesos ocurridos entre sus consumidores no ha sido demostrada fehacientemente. Sus valedores, por el contrario, defienden sus propiedades terapéuticas en casos de estrés, ansiedad y hasta para el tratamiento de adicciones al alcohol y ciertos medicamentos. Lo único que resulta evidente es el vasto empleo de esta hierba en la medicina tradicional de las islas del Pacífico Sur durante siglos.

Al contrario que en los estados vecinos de Tonga y Samoa, donde la religión cristiana tiene una enorme influencia en la sociedad, el consumo de kava está muy extendido en Fiji, donde esta bebida es conocida también como yaqona. En estas islas es habitual ver en los mercados las raíces ya secas de la planta que le da origen, listas para ser reducidas a polvo en casa y preparar así el néctar para los invitados. La manera tradicional de consumir yaqona en Fiji incluye un estricto ceremonial donde los participantes deben interpretar cada uno un papel que conlleva colocarse en el lugar correspondiente, esperar su turno de bebida, brindar dando una palmada y beberse la porción contenida en el bilo, especie de copa hecha con la cáscara seca de un coco, de un solo trago.

Desde que llegué a Viti Levu en julio de 2008 supe que no iba a salir de allí sin echarme al coleto un buen trago de yaqona. Y tuve la oportunidad de hacerlo en un auténtico vale levu, vivienda tradicional del jefe de un poblado, aunque éste estuviera destinado a fines turísticos. Allí, después de preparar la bebida en la tanoa, el anfitrión se dispuso a servirme una generosa porción. Luego, tras dar la palmada de rigor y brindar con el acostumbrado ‘Bula‘, algo así como ‘Salud’ en fijiano, di buena cuenta del contenido de mi bilo. Unos minutos más tarde una placentera sensación de tranquilidad y autocontrol me invadía, dejándome con la duda de si la apariencia plácida y segura que tienen los isleños del Pacífico Sur se deberá al consumo de kava o, como había pensado hasta entonces, tan solo al hecho de residir en el paraíso.