Como cada día, una vez concluidas sus tareas cotidianas, Ulugbek se dirigió a la caída de la tarde hacia el lugar donde daba rienda suelta a su auténtica pasión. Mirar al cielo para observar las estrellas le había fascinado desde muy niño y con el tiempo se había convertido en un excelente astrónomo aficionado, habiendo incluso editado una publicación sobre el tema. Hasta tal punto se fue incrementando su interés con el paso del tiempo que incluso llegó a construir un observatorio casero, y allí se reunía con otros colegas para estudiar los astros a la vez que compartir sus experiencias y el resultado de sus investigaciones. Todo muy natural salvo por el detalle de que su vida transcurrió en la primera mitad del siglo XV, y su principal ocupación era la de sultán de Transoxiana.

Nieto del famoso conquistador Tamerlán, Ulugbek nació en territorio del actual Irán y pasó su niñez acompañando a sus familiares por diversos lugares de Asia Central. Hasta que siendo adolescente se estableció en Samarcanda, sitio del que no movería su residencia tras ser nombrado gobernador de la ciudad con tan solo dieciséis años. Poco después se convertiría en sultán de Transoxiana, kanato timúrida cuyo territorio estaba situado entre los ríos Amu Darya y Syr Darya, correspondiendo aproximadamente al actual Uzbekistán. Tras la muerte de su padre en 1447 incrementó aún más su poder, pero a partir de entonces se sucedieron una serie de luchas internas en su familia que concluyeron con su propio fallecimiento un par de años más tarde.

Persona extremadamente inteligente, Ulugbek fue un sobresaliente matemático, llegando a publicar acertados estudios sobre trigonometría y geometría. Destacó también en campos tan diversos como la poesía y la medicina. Aunque su principal pasión, a la que dedicó la mayor parte de su tiempo libre, fue sin duda la astronomía. Estudioso del cielo por antonomasia, llegó a construir una escuela, todavía hoy conocida como madrasa de Ulugbek y situada en la famosa Plaza de Registán en Samarcanda, dedicada al estudio de la astronomía y las matemáticas. No contento con ello, poco tiempo más tarde dio un paso adelante con la construcción de un impresionante observatorio astronómico.

Situado sobre una colina a las afueras de la ciudad de Samarcanda, el observatorio de Ulugbek consistía en un cilindro de tres pisos cubierto de azulejos, con un diámetro de unos cincuenta metros y una altura de treinta. A falta de telescopios instaló allí un enorme sextante de unos 36 metros de radio y una resolución angular de 180 segundos. Gracias a él, y con el apoyo de los estudiantes de su madrasa, consiguió recopilar unas mil estrellas en su catálogo, el más importante hasta el de Tycho Brahe más de un siglo con posterioridad. Y esto no fue todo. Con la ayuda de un gnomon de cincuenta metros de altura determinó la duración del año sideral con mayor precisión que lo hiciera Copérnico bastante después. Asimismo calculó la inclinación del eje de rotación de la Tierra de manera más precisa que los propios Copérnico y Brahe hicieran más tarde.

Lamentablemente, tan importantes descubrimientos científicos no parecían gustar demasiado a los religiosos, más interesados en el estudio del Corán. De manera que, aprovechando las pugnas familiares por el poder entre los descendientes de Tamerlán, un influyente mulá consiguió convencer al propio hijo mayor del sultán para que acabara con su vida. Así se hizo e inmediatamente el observatorio fue destruido por completo, siendo reemplazado por un lugar de culto sobre la colina donde se situaba. Hubieron de transcurrir casi cinco siglos para que sus restos fueran descubiertos, y en la actualidad puede verse la base de la construcción así como la parte situada bajo tierra del sextante. Junto a ellos fue instalado un pequeño museo que recuerda la figura de Ulugbek, aquel astrónomo cuyo brillo era tan grande como el de esas estrellas que dio a conocer.