Úbeda (por Jorge Sánchez)
Encontrándome en Jaén y tras visitar su hermosa catedral, determiné viajar a la vecina ciudad de Úbeda en un autobús local siguiendo la famosa Ruta de los Nazaríes. Al llegar intenté procurarme un mapa para orientarme en la zona de intramuros, pero la oficina de turismo estaba aún cerrada, por lo que deambulé a mi aire, preguntando a los indígenas que me encontrara por entre los callejones. Las placas colocadas sobre los monumentos me ayudarían. El primer monumento con el que me topé fue el dedicado al arquitecto extremeño Andrés de Vandelvira, quien durante el siglo XVI trabajó en Úbeda, donde construyó el Hospital de Santiago, además de trabajar en la Santa Capilla del Salvador, considerada el Escorial de Andalucía, y que sería mi edificio favorito. Otro de los letreros indicaba que Úbeda, de un origen que se remonta a unos 6.000 años atrás (lo que, de ser cierto, la convertiría en la ciudad más antigua de Europa) fue re-fundada por el César Augusto; en el siglo VIII la conquistarían los árabes, pero en el XIII nuestro rey Fernando III el Santo la reconquistaría.
Úbeda me pareció tan rica en arquitectura que durante ese día no pararía de recorrerla descubriendo en cada manzana algún edificio sorprendente, y cuando necesitaba descansar un poco para digerir todo cuanto estaba aprendiendo, entraba en la biblioteca pública del Hospital de Santiago (donde me permitían utilizar el internet), o bien me colaba en el Parador, que fue un antiguo palacio del siglo XVI (el Palacio del Deán Ortega). Una vez que reponía fuerzas me lanzaba de nuevo a explorar la ciudad, como el museo de la Santa Capilla del Salvador y su panteón, los palacios e iglesias varias (como la bellísima dedicada a San Nicolás de Bari), o simplemente me sentaba sobre un banco de madera y contemplaba en el horizonte los olivos sobre los cerros de Úbeda mientras me comía un bocadillo de mortadela.
Cuando empezaba a hacerse oscuro regresé a Jaén. No me daría tiempo ese día de visitar la vecina Baeza (también incluida en el Patrimonio Mundial), pues de hacerlo me habría perdido el último autobús de regreso a Jaén. Baeza la dejo para otro viaje por la bella y exótica Andalucía.