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Una de las dos mitades que componen la provincia canadiense de Terranova y Labrador, la isla de Terranova contiene el punto situado más al este de Norteamérica. Una superficie superior a los cien mil kilómetros cuadrados la incluye entre las veinte islas más grandes del mundo. Poblada desde tiempos inmemoriales por los algonquinos, es posible que en torno al siglo XI llegaran a su territorio vikingos procedentes de Escandinavia. Ello la haría ser el primer lugar de América visitado por los europeos, casi cinco siglos antes de que lo hiciera Cristóbal Colón. El nombre de Terranova le fue dado por el navegante genovés Giovanni Caboto, quien llegó hasta ella a finales del siglo XV. A mediados del siglo XX, después de un referéndum celebrado entre sus habitantes, la isla decidió unirse a Canadá. En la actualidad cuenta con aproximadamente medio millón de residentes, que se dedican fundamentalmente a la pesca y el procesado de los productos del mar, así como a diversas actividades relacionadas con el sector secundario.