Según diversas inscripciones halladas en el recinto, la construcción del teatro de Augusta Emerita fue promovida por el cónsul Marco Agripa, el mismo que encargó la versión inicial del Panteón. Sucedió esto alrededor del año 15 a.C. y, más que satisfacer al pueblo emeritense, la intención era usarlo como medio de propaganda, tal y como solía ocurrir con este tipo de edificaciones en la época. Unas décadas más tarde fue reestructurado, añadiéndosele el frente escénico actual entre otras mejoras. Hubo de ser retocado de nuevo en la primera mitad del siglo IV y se mantuvo en uso hasta finales de ese mismo siglo, tras la implantación de la religión cristiana en la ciudad. Al parecer, fue destruido y enterrado casi de inmediato, quedando visible tan solo parte del graderío superior. Así se encontraba hasta hace poco menos de cien años, cuando fue liberado y reconstruido, pues la mayor parte de las gradas habían desaparecido al ser reutilizadas para otras edificaciones. Diseñado aprovechando la pendiente de una ladera, contaba con capacidad para unos seis mil espectadores y su llamativa escena estaba elaborada casi por completo con mármol de Macael. En la actualidad, sirve como escenario del mundialmente conocido Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que se celebra cada verano desde hace casi nueve décadas.