Localizado en las inmediaciones del grandioso anfiteatro, el teatro clásico de Arles fue edificado en la segunda mitad del siglo I a.C. Este hecho lo convierte en uno de los primeros teatros romanos construidos en piedra y debió estar ricamente decorado. Una prueba de ello es la estatua de mármol conocida como Venus de Arles, que fue hallada en su recinto y desde entonces se expone en el Museo del Louvre. A la manera habitual, fue diseñado aprovechando la ladera de una colina y la cavea tenía un diámetro superior al centenar de metros. Disponía de espacio suficiente para unos diez mil espectadores, que se distribuían en más de treinta hileras de gradas de acuerdo con su posición social. En el fondo de la escena se sucedían aproximadamente un centenar de columnas con capiteles corintios, de las cuales tan solo un par de ellas han llegado hasta nuestros días.