Tasmania (por Jorge Sánchez)
Estando en Melbourne intenté abordar el ferry Spirit of Tasmania a Devonport, en la isla de Tasmania, pues prefiero llegar a un destino por tierra o por mar antes que por aire. Pero el barco estaba lleno por una semana (era el regreso de los escolares de sus vacaciones) así que me vi obligado a volar a Launceston, lo cual no lamenté pues era una población agradable donde pasé dos días y desde allí, mediante buses locales, me adentré en dos de los ocho sitios que comprende este Patrimonio Mundial, que son (in inglés):
– Cradle Mountain-Lake St Clair National Park
– Franklin-Gordon Wild Rivers National Park
– Hartz Mountains National Park
– Mole Creek Karst National Park
– Southwest National Park
– Walls of Jerusalem National Park
– Central Plateau Conservation and Protected Areas
– Devils Gullet State Reserve
Disfruté de la visión de bosques con desfiladeros y lagos. Los parques nacionales ocupan un 20 por ciento del territorio de la isla.
Una vez en Hobart, la capital de Tasmania, me instalé en un hotelito en la Salamanca Square y compré dos excursiones, una para visitar un parque donde vivían muchos diablos de Tasmania (Sarcophilus harrisii), y otra para localizar unas prisiones inglesas que también constituyen un Patrimonio Mundial de UNESCO. Ni qué decir tiene que disfruté más con la excursión a los diablos de Tasmania. En tiempos de mi visita (año 2012) estaban sufriendo de un cáncer de boca y morían jóvenes en estado salvaje, aunque en ese parque los cuidaban y alcanzaban los 27 años de edad. Son huraños y los guardianes no nos permitieron abrazarlos, algo que yo pedí pero no aceptaron; sólo el guardián podía hacerlo pues los animales ya lo conocían.
Durante los días que permanecí en Hobart me adentré en un fragmento de otro parque nacional incluido en este sitio (en inglés): Southwest National Park. La reseña de UNESCO sobre este sitio destaca grutas calcáreas donde vivió permanentemente el ser humano desde hace más de 20.000 años. Sin embargo, no vi ningún aborigen en la isla de Tasmania pues ya no existen; todos fueron exterminados como conejos, al cien por cien, por los ingleses, quienes los consideraban animales, y hasta envenenaban el agua de los ríos y lagos con arsénico para que no se les escapara ninguno. Este exterminio en Tasmania ocurrió en el siglo XIX; en el XX aún se produjeron otros exterminios de aborígenes, pero en Australia continental. Visité un museo muy didáctico donde se muestran fotografías en blanco y negro y se ve cómo se capturaba a los aborígenes, se les encadenaba y después se los exterminaba.