Taraz (por Jorge Sánchez)
Este interesante Patrimonio Mundial comprende 35 lugares distribuidos por tres países: China, Kirguistán y Kazajstán. Varios de estos 35 sitios ya son por derecho propio patrimonios de la UNESCO, como las grutas de Longmen, las grutas de Mogao, o la Gran pagoda del ganso salvaje (en Xi’an). En el año 2017 visité otro más de estos 35 sitios que no conocía: una ciudad kazaja dos veces milenaria que era escala obligatoria en la Ruta de la Seda: Taraz.
Llegué a ella en autobús desde Bishkek, la capital de Kirguistán. Iba camino de Shimkent, donde pasaría la noche, por ello sólo visité Taraz durante unas 6 horas, tiempo suficiente para acercarme a su centro histórico donde admiré mausoleos centenarios y atractivas mezquitas. Toda la ciudad la recorrí a pie. No era muy grande; albergaba una población ligeramente superior a mi pueblo Hospitalet de Llobregat, en España. En la estación de autobuses pregunté a varios indígenas por la parte más antigua y a tramos me iban señalando el camino hacia la vieja ciudad, que alcancé tras unos 20 minutos de caminata.
En la oficina de turismo me enteré por unos folletos de que mi héroe viajero, el monje budista chino Xuanzang, había visitado Taraz en el siglo VII y escribió sobre ella una nota donde la cita como Daluosi, uno de los muchos nombres que ha recibido la ciudad en su dos veces milenaria historia. Otros nombres han sido: Talas (por el río Talas), Yana, Namangankache, Aulie-Ata, Mirzoyan (por un jefe comunista durante la URSS), Dzhambul, Zhambyl. Finalmente, ya cuando Kazajstán era un país independiente, se la renombró Taraz, dejando el nombre de Zhambyl para la región a la que pertenece.
Llegado a la zona, lo primero que admiré fue lo que parecía una mezquita medieval, pero se notaba reconstruida por lo nueva que parecía. Dentro de un recinto custodiado por una reja observé dos mausoleos cercanos. Y entré en ambos. Primero me introduje en el mausoleo de Karakhan, construido con ladrillos que, según unos letreros escritos a la entrada, había sido fundado en el siglo XII. El segundo mausoleo, Dautbek, databa del siglo XIII; era más modesto pero de arquitectura interesante. Ante ambos mausoleos me descalcé como señal de respeto, para rendir pleitesía a los difuntos que habían sido enterrados dentro de las tumbas. Poco más hice en Taraz. Mientras esperaba mi autobús a Shimkent me comí dos buenos pinchos morunos en un caravanserai. Y cuando llegó la hora abandoné Taraz.