Skogskyrkogården (por Jorge Sánchez)
Soy alérgico a los cementerios, me ponen triste y, probablemente, si mi amigo sueco que me llevó a Skogskyrkogården no me hubiera insistido en ir, me habría quedado por el centro de Estocolmo disfrutando de sus atracciones turísticas, que son muchas. Pero una vez llegado a ese cementerio no me podía creer su belleza. Aquello no era un cementerio sino un precioso bosque con algunas tumbas escondidas entre sus árboles, los fiambres allí enterrados debían de ser muy felices.
Primero observamos la capilla de la Santa Cruz, y al lado había una placa de UNESCO frente a la cual mi amigo me fotografió. Tras ello caminamos a otras capillas, como la de la Resurrección, aunque la que más me gustó por lo original fue la Capilla del Bosque. Los diseñadores de las capillas eran artistas reconocidos en Suecia a principios del siglo XX, pero, al ser español, sus nombres no me dijeron nada. Pregunté a mi amigo si en ese cementerio podríamos visitar la tumba del gran viajero sueco Sven Hedin, a quien admiraba por sus denodados viajes a Asia Central, Tibet e Irán. Pero no se hallaba allí, sino en el jardín de una iglesia del centro de Estocolmo, adonde nos dirigiríamos tras la visita de Skogskyrkogården. Sin embargo, sí que contemplé la tumba de Greta Garbo.
Había poca gente a pesar de ser un domingo. Eran familiares de los difuntos que dejaban flores, cirios, o bien se quedaban un largo rato a meditar sobre las tumbas. Tras dos horas de recorrer ese cementerio sentí que ya era la hora de regresar al centro de Estocolmo y tomarnos unas cervezas bien frescas para celebrar que ese día había visitado dos sitios UNESCO, por la mañana Drottningholm y por la tarde Skogskyrkogården.