Scottsdale (por Jorge Sánchez)
No habría podido visitar este sitio candidato a ser nominado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO a no ser por un amigo estadounidense, residente en la ciudad de Phoenix, que me llevó en su coche a Scottsdale, a unos 15 kilómetros de distancia. Por el camino iba tatareando una canción melodiosa con aires de guitarra del estilo bossa nova, de Simon y Garfunkel, que era famosa durante mis años en los que era un brioso mancebo:
– «So long, Frank Lloyd Wright
I can’t believe your song is gone so soon
I barely learned the tune
So soon
So soon
I’ll remember… lalala… lalala…»
Al llegar compramos el ticket de entrada y esperamos a una mujer que nos guiaría por el complejo junto a ocho turistas más, durante una hora. La dama nos explicó sobre la relación de Frank Lloyd Wright con su tercera y última esposa, la montenegrina Olga Ivanovna (con quien tuvo una hija), que era 40 años más joven que él. Influyó mucho en su marido debido a la afición de ella por las artes y religiones orientales. Y, en efecto, observé varias estatuas de Buda y, lo más sorprendente, un teatro donde se practicaban los famosos movimientos del místico griego-armenio Georges Ivanovich Gurdjieff. De hecho, la casa principal se me asemejó a un templo tibetano.
El complejo era original y en la actualidad se había transformado en una escuela de arquitectura, además de ofrecer visitas guiadas a los turistas. La arquitectura usaba como material base la piedra e integraba el edificio a la naturaleza del desierto de Arizona. Noté varias figuras de porcelana japonesas como decoración. Y es que Frank Lloyd Wright amaba el arte japonés.
El complejo contaba con albergues en el medio del desierto que eran utilizados por los estudiantes de arquitectura. Una torre coronada por una campana se tocaba regularmente para que los estudiantes acudieran a los refrigerios cuando los turistas se habían marchado. A la salida de la casa-museo había una tienda vendiendo suvenires relacionados con la arquitectura de Frank Lloyd Wright, incluyendo libros, reproducciones en miniatura de sus edificios principales, y hasta un CD con el álbum de Bridge Over Troubled Water, de Simon y Garfunkel, donde se incluía el tema de:
– «So long, Frank Lloyd Wright
I can’t believe your song is gone so soon
I barely learned the tune
So soon
So soon
I’ll remember… lalala… lalala…»