MunDandy

MunDandy

Colombia

San Andrés (por Jorge Sánchez)

SanAndresJorge_01

En Cartagena de Indias volé a la isla de San Andrés. Al aterrizar en el aeropuerto me obligaron a presentar mi pasaporte, mostrar mi billete de avión de regreso a Colombia continental, rellenar unos impresos de inmigración y a satisfacer una tasa de estancia en el archipiélago (19.000 pesos colombianos). Parecía que visitara un país extranjero.

El aeropuerto quedaba cercano a la ciudad principal, también llamada San Andrés, así que caminé hacia el centro y me alojé en un hotelito junto a la playa.

Las islas de San Andrés y su vecina Providencia no serían ocupadas por españoles, sino por neerlandeses e ingleses en el siglo XVII. Debido a la gran población de origen africano mezclado con los antiguos indígenas, hoy el idioma inglés es cooficial, junto al español, en ese archipiélago.

Para comer siempre iba caminando a la Cooperativa de Pescadores del Centro, donde los pescadores, todos negros, me servían mi plato favorito, el rondón, consistente en caracolas de mar con leche de coco, regado con varias cervezas Club Colombia Negra.

SanAndresJorge_02

El domingo me embarqué en un autobús abierto, sin ventanas, para recorrer la isla en cuatro horas deteniéndome en los lugares más notables junto a un grupo de turistas colombianos. Además de pararnos junto a los arrecifes de coral y observar así el ecosistema del área marina protegida de Seaflower, seguimos los pasos del sanguinario pirata inglés Henry Morgan quien, según una leyenda, ocultó en una cueva subterránea de la isla de San Andrés un fabuloso tesoro robado a un galeón español en el mar Caribe. Luego nos detuvimos en el Hoyo Soplador, o un túnel marino que despedía chorros de agua. Finalmente realizamos una escala en una colina llamada La Loma, donde se ubicaba el templo baptista más antiguo de América, erigido por misioneros de origen inglés a mediados del siglo XIX.

SanAndresJorge_03

Por esa excursión constaté que la isla es pequeña, de apenas 30 kilómetros cuadrados de superficie y con forma de caballito de mar. Es bella, una joya caribeña, con playas coralíferas, aguas multicolores, palafitos frente a los cayos, y música de reggae y calipso que se oía en las discotecas y bares alrededor de los centros turísticos al caer el sol.

El octavo día volé de regreso a Cartagena de Indias.

LEAVE A RESPONSE

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Quieres estar al tanto de nuestras actualizaciones? Suscríbete
Loading