Salvad al oso
De las ocho especies de úrsidos existentes en la actualidad en el Planeta Tierra tan solo dos, el oso pardo y el oso negro americano, pueden considerarse libres de riesgo de extinción. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza las seis restantes presentan diferentes estados de vulnerabilidad que, en casos como el del emblemático oso panda, aproximan peligrosamente a la especie a su total desaparición. Como suele ser habitual ha sido el ser humano, en forma de contrabando, caza furtiva y sobre todo destrucción de su hábitat, quien ha llevado a este mamífero de aspecto fiero y tierno a la vez a tan delicada situación, que esperemos nunca llegue a cruzar el punto de no retorno.
El pecado original cometido por el oso negro asiático es tener la capacidad de producir bilis. Contiene ésta una sustancia que la hace ser muy apreciada por algunos tipos de medicina tradicional practicados en Asia. Se cree que baja la fiebre, sirve para tratar las afecciones hepáticas y se usa como antiinflamatorio. Para extraer tan apreciada materia del cuerpo de los osos no se acaba con su vida de inmediato, sino que les espera algo mucho peor: ser sometidos a brutales vejaciones que los hacen morir lentamente. Así, el animal es capturado durante su juventud y encerrado en una especie de jaula de la que no puede escapar, con el fin de serle practicado una especie de ordeño de bilis durante un par de veces al día.
Cuando el desdichado ejemplar va creciendo y convirtiéndose en adulto, el tamaño de la jaula lo aprisiona de tal manera que queda literalmente atrapado en ella, incapaz casi por completo de moverse. Por supuesto, no puede ponerse de pie, práctica habitual en estos animales de apariencia casi humana. Tras ser torturada de esta manera, la indefensa criatura sobrevive bastante menos del cuarto de siglo al que llegaría en libertad, acabando por fallecer envuelta en terribles dolores provocados por los barrotes que comprimen su cuerpo. No importa. El fin para el que fue capturado, ser usado como productor de bilis, otorga pingües beneficios que sirven para justificar tan aberrantes medios.
Afortunadamente, en algunos países del Sudeste Asiático, en cuyos bosques casi impenetrables el oso negro solía tener su refugio hasta no hace mucho, comienza a tomarse conciencia de que la auténtica riqueza está en la presencia de estos mamíferos en su territorio, más que en los factores que acabarían llevándolos inexorablemente a su desaparición. La caza y el contrabando de osos empiezan a ser perseguidos y los responsables castigados. Y lo que es más importante, se abren centros donde los animales liberados, incapaces ya de volver a la vida salvaje de la que fueron privados en su temprana juventud, puedan sobrevivir el resto de sus días de una manera digna.
Uno de estos centros se encuentra en Tat Kuang Si, lugar situado en los alrededores de la ciudad laosiana de Luang Prabang. Allí viven, en un bosque similar al que vieron sus ojos al nacer, varios ejemplares de oso negro asiático rescatados de las garras de los traficantes, que no dudaron en acabar con las vidas de sus madres para llevárselos cuando eran poco más que peluches. Gracias al apoyo de benefactores y a la venta de camisetas y otros productos, este sitio supone un respiro para estos huérfanos, arrancados miserablemente de su entorno y obligados a ser inadaptados de por vida. Tan solo es un pequeño paso, pero en el futuro del oso de la luna, como también es conocido debido a la mancha clara en forma de cuarto creciente que presentan los adultos en el pecho, comienzan a vislumbrarse ciertos rayos de esperanza.
Es horrible este tema…pero necesario que la gente sepa de él.
Un saludo
Estoy de acuerdo contigo, creo que estas cosas hay que difundirlas aunque duela que ocurran. A ver si cunde el ejemplo de estos centros y se acaba con esta barbarie.
Muchas gracias por tu aportación.