Ruta de la Seda: corredor de Zeravshan-Karakum (por Jorge Sánchez)
Este corredor cruzando montañas, llanuras y desiertos, con una longitud de 866 kilómetros (los que van desde el antiguo oasis de Merv a la aldea de Khisorak), lo he atravesado en diversas ocasiones, siendo la última en el año 1996, y comprende 34 etapas, de las cuales conozco bien 7, mientras que las restantes 27 las he debido de ver de tránsito, aunque no las recuerdo por los nombres tan raros que llevan.
Estos 7 lugares visitados son:
– Merv (pasé una noche)
– Chardzhou (pasé una noche)
– Bujará (dormí muchas noches, no menos de 15, en diversos viajes)
– Bahouddin Naqshbandi (pasé una noche)
– Navoi (pasé unas horas en tránsito)
– Samarcanda (dormí muchas noches, no menos de 20, en diversos viajes)
– Penjikent (pasé unas 12 horas, sin dormir)
No está mal haber estado en 7 de estos lugares, o poco más de un 20%, teniendo en cuenta que la abrumadora mayoría de los humanos no ha estado ni siquiera en uno de ellos o, como mucho, en dos o tres.
Este patrimonio mundial incluye varios más, como son las ciudades de Merv, Bujará y Samarcanda, además de un sitio de la lista tentativa (Penjikent).
Ese año 1996 empecé en Merv (Turkmenistán), donde pernocté. Al día siguiente pasé una noche en Chardzhou (hoy llamada Turkmenabat, todavía en Turkmenistán). Y el posterior crucé el río Amu Darya para entrar en Uzbekistán, llegando a media tarde a un caravasar, donde dormí en un salón en compañía de vendedores de frutas y verduras, pero cuyo nombre no recuerdo. Me encontraba a orillas del río Zeravshan, un afluente del Amu Darya, y seguiría sus riberas hasta Tayikistán. El cuarto día revisité Bujará. Un día después visité por segunda vez Qasr-i-Arifan (Bahouddin Naqshbandi), La Meca de Uzbekistán por haber nacido allí Naqshbandi a principios del siglo XIV y por parte de madre descendía del undécimo imán chiita. Por sus aptitudes místicas y sus modos recatados fue educado por un maestro sufí y llegó a ser mentor espiritual de Tamerlán.
Naqshbandi apenas viajó, salvo las veces que realizó el hajj a La Meca, por eso murió en el mismo sitio en que había nacido, donde con el tiempo se edificaron dos mezquitas junto a su mausoleo de mármol y los de sus familiares, un minarete, un patio con un estanque y un árbol morera, más una madrasa para estudiantes de sufismo. Por los alrededores hay jardines. Hoy la escuela Naqshbandi es la más importante entre las sufíes, y la que tiene más seguidores en todo el mundo. Naqshbandi incorporó en sus enseñanzas conceptos zoroastristas y budistas. Siguen la regla de: tu corazón con Dios y tus manos en el trabajo, lo cual recuerda al ora y labora de San Benito de Nursia. Otras de sus reglas son la de practicar un zikr silencioso, la de mantener la quietud entre la multitud y la de estar siempre consciente durante la respiración.
Desde Samarcanda me interné en tiempos de guerra civil en Penjikent (Tayikistán), pero sin consecuencias al hablar fluidamente el ruso y pasar los controles fronterizos sin levantar sospechas por haberme dejado la barba dos semanas y haberme comprado un gorro uzbeko. Allí pasé varias horas admirando los frescos del museo Rudaki, antes de regresar a Samarcanda ya cayendo la noche, burlando los controles militares sin ser descubierto.
Los lugares más interesantes de este patrimonio mundial (además de las ciudades de Merv, Bujará y Samarcanda) son: el cruce a pie del río Amu Darya desde Turkmenabat, el tekké Bahouddin Naqshbandi, y los frescos del museo Rudaki de Penjikent.