Quito (por Jorge Sánchez)
Quito es, en mi opinión, la capital más encantadora de Hispanoamérica. Cuando se fundó UNESCO, Quito fue el primer Patrimonio Mundial elegido el año 1978, seguido de las Islas Galápagos. No hay vestigios precolombinos en la ciudad porque los incas (que acababan de invadir Quito a los primeros habitantes) ordenaron quemar la ciudad ante la llegada de los españoles, por lo cual éstos la tuvieron que reconstruir desde cero. En el centro, uno se siente de pronto en el barrio sevillano de Santa Cruz, unos metros más allá en Cáceres, luego en las islas Canarias y hasta en Hospitalet de Llobregat. Quito forma parte de la otra España, la que sabe a caña, tabaco y brea, como cantaban Mocedades.
Es una ciudad de unos 2 millones de habitantes, pero no se nota si uno se concentra en el centro, donde están todos los atractivos turísticos y no necesita para nada ir más lejos. Pasa como en Cartagena de Indias (Colombia) donde el turista no sale del centro colonial y es feliz descubriendo bellos lugares. Yo vivía en casa de unos amigos ecuatorianos, junto a la Plaza de la Independencia, y todo me quedaba a un tiro de piedra. La amabilidad de las gentes y las iglesias eran los grandes atractivos de Quito. Todos los indígenas parecían estar felices y te sonreían. Además, en Quito no hay tanta peligrosidad con los ladrones de medio pelo, como en Lima, por ejemplo, por no hablar de otras ciudades sudamericanas, como Río de Janeiro o Bogotá. La iglesia que más me atrajo fue la de San Francisco, pero también la de La Compañía y la Basílica del Voto. La primera vez estuve en esa ciudad 3 días, pero volví años más tarde y me volví a quedar 3 días más antes de volar a las islas Galápagos. Y pienso regresar a Quito una tercera vez en el futuro.