Quiriguá (por Jorge Sánchez)
Me detuve por unas horas en Quiriguá en mi camino en autostop desde Livingston a Antigua, donde pasaría la noche. Era el año 1984 y no estaba entonces interesado en los sitios UNESCO; viajaba a la aventura visitando lo que me encontrara por casualidad por el camino. Simplemente paré en Quiriguá porque el último chófer del camión que nos recogió (iba viajando con una chica canadiense) se dirigía a Quiriguá y nos describió el sitio arqueológico. Y nos interesó visitarlo.
No había que pagar por entrar en el complejo. Una vez dentro vimos una gran estela de unos 10 metros de altura, erecta, más otras de menor tamaño tiradas por el suelo, en desorden, y piedras que debían ser restos de estelas destruidas. También había «altares», como afirmaba un letrero, esculturas zoomórficas más un museo. Las estelas eran de un solo bloque y tenían esculpidas caras de dioses mayas y reyes con caras circunspectas. Cada una estaba dedicada a un personaje diferente. Otras estelas eran calendarios, según leímos. El sitio no nos impresionó tanto como las pirámides de Tikal, o Copán (que visitaríamos días más tarde). Pero tampoco lamentamos la parada de unas 2 horas que invertimos en recorrer el lugar. Tras Quiriguá proseguimos en autostop hasta Antigua, con una breve escala en Guatemala la ciudad.