Puente indio
Crédito: Pgbk1987
Durante la reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO que tuvo lugar en junio de 2011 se añadieron veinticinco nuevos sitios a la Lista del Patrimonio Mundial, entre ellos el casco histórico de la ciudad de Bridgetown. La decisión estuvo argumentada en base a la consideración que se hacía de la capital de Barbados como un ejemplo fuera de lo común de ciudad colonial británica, que se ha mantenido en considerable buen estado hasta la actualidad. A pesar de las justificaciones aportadas por el comité, tal determinación despertó algunas controversias entre los expertos en el tema, que mostraban ciertas dudas sobre los méritos que el legado histórico de esta población caribeña pudiera aportar para ser merecedor de ella.
Fundada en el siglo XVII como Saint Michael, pronto sus habitantes comenzaron a referirse a ella con el apelativo de Indian Bridge, debido a un puente de origen indígena que existía en la zona cuando arribaron los primeros colonos británicos. Más adelante, al ser construido otro puente en el mismo lugar para reemplazar al primitivo, la denominación familiar se impuso por fin y la villa pasó a llamarse definitivamente Bridgetown. Poco a poco, el núcleo inicial fue extendiéndose por los alrededores y su población incrementándose hasta alcanzar los aproximadamente cien mil vecinos con los que cuenta en la actualidad, un tercio de los ciudadanos de Barbados. Puede decirse que la capital es la única ciudad existente en el estado, pues Speightstown, la segunda localidad más poblada, apenas alcanza los diez mil habitantes.
Al contrario de lo que ocurrió en diversas naciones vecinas, Barbados no tuvo un pasado agitado. Aunque fueron los portugueses los primeros europeos en descubrirla, su falta de interés en esta pequeña isla coralina, plana y no muy abundante en agua dulce, un bien esencial en aquellos tiempos, hizo que la abandonaran dejando el camino expedito para los colonizadores ingleses. Desde entonces y hasta su independencia en 1966 formó parte del Imperio Británico, por lo que aún hoy los lazos que unen al país con el Reino Unido son numerosos. Debido a ello toda la isla en general, y su capital Bridgetown en particular, presenta una uniformidad tanto cultural como arquitectónica poco común en la zona, donde la fusión entre diversas civilizaciones es evidente.
Crédito: Regani
Pasear por las calles de Bridgetown, por consiguiente, recuerda en cierta manera a hacerlo por una localidad inglesa y el ambiente que se respira es un tanto similar, al contrario de lo que sucede con el clima. No puede decirse que el visitante se vea apabullado por edificaciones de una espectacular belleza, pero la impresión general de la ciudad resulta agradable a la vista. Destaca la llamada National Heroes Square, plaza anteriormente conocida como Trafalgar Square, donde está situado el edificio del Parlamento de Barbados. En el mismo lugar puede verse una estatua de Nelson, erigida bastantes años antes que la famosa columna levantada en su honor en la plaza londinense homónima. Hecho del que los bajan, tal y como los locales se llaman a sí mismos, se sienten muy orgullosos.
Crédito: Sachiko Haraguchi
Probablemente el edificio más destacado de la capital de Barbados sea Saint Michael’s Cathedral, construcción neoclásica que constituye la sede principal de la religión anglicana, mayoritaria en el país. Al igual que el resto del casco histórico de la villa, no resulta demasiado impresionante y presenta ese aire de sobriedad que caracteriza a las iglesias donde se practica el mencionado culto. Quizás debido a esa sencillez y al aspecto un tanto frugal que muestran sus monumentos la declaración de Bridgetown como Patrimonio Mundial sorprendió a muchos, entre los que me encuentro. Aun admitiendo que se trata de una ciudad agradable para el visitante, creo que para alcanzar tal denominación se necesita algo más y que en esta ocasión, seguramente, aspectos políticos que se me escapan pesaron bastante en la decisión.