Flanqueada por sendas imponentes edificaciones en dos de sus laterales, Maria-Theresien-Platz fue dedicada a la emperatriz María Teresa I de Austria. Tanto el diseño de la plaza en sí como la construcción del Museo de Historia Natural y el Museo de Historia del Arte se llevó a cabo a finales del siglo XIX, dando como resultado un espacio público de forma rectangular y notables dimensiones. La simetría juega un papel relevante en todo el diseño, tanto de los edificios como del área situada entre ellos. Aquéllos son idénticos salvo por las estatuas que adornan sus fachadas y éste está formado por respectivos parterres en cada una de sus esquinas, ejerciendo como centro de todo el conjunto una monumental estatua dedicada a la emperatriz que da nombre a la plaza. A destacar también las valiosas colecciones que albergan los museos, que incluyen obras de Brueghel, frescos de Klimt, un destacado repertorio de piezas egipcias y un amplio muestrario de animales disecados.