Pirámides de Egipto (por Jorge Sánchez)
De entre las Siete Maravillas del Mundo de la antigüedad, considero que el complejo que alberga las Pirámides de Egipto es la más importante y espectacular, y con mucha diferencia.
Pienso que la Esfinge, por encima de las pirámides, es el monumento más extraordinario que ha producido la Humanidad a lo largo de su historia. Es un tetramorfo que simboliza el resultado al que debemos aspirar elevando nuestra condición de bípedo implume al nacer. Su cuerpo de toro representa la fortaleza y voluntad que se necesita para ello, las garras de león son el arrojo para acometerlo, la cabeza de hombre es como la de un ángel, que irradia pureza y amor. Mientras que las alas de águila, hoy desaparecidas, representaban las altas miras de nuestro designio, como las que alcanza el águila en su vuelo. Los cuatro evangelistas copiaron estos cuatro símbolos en sus evangelios.
En los tiempos de mi primera visita a las pirámides (año 1984) era posible trepar hasta la cúspide de la pirámide de Keops burlando a los guardianes, o bien sobornándolos por un puñado de libras egipcias en caso de ser sorprendido por ellos. Había que llevar consigo una manta, pues el viento allí arriba era frío. Y había quien había pasado una noche en el interior de Keops.
Yo no trepé, pero sí que visité su interior, aunque no me quedé allí a dormir. Por las noches esperaba a que acabaran los shows de Luz y Sonido para los turistas, trepaba entonces por una verja, desplegaba mi saco de dormir y me instalaba a los pies de la Esfinge para pasar la noche. Y así durante siete noches.