Papahānaumokuākea (por Jorge Sánchez)
Para alcanzar este sitio UNESCO volé desde Los Ángeles a Honolulu y un día más tarde al atolón de Midway junto a un nutrido grupo de veteranos de guerra, tanto estadounidenses como japoneses. Las plazas que quedaban las habían vendido a los viajeros para abaratar el costo del vuelo chárter. A bordo me encontré con varios viajeros consumados que conocía por haber coincidido con ellos otros destinos. No es frecuente encontrar un avión con destino Midway, pues no es un atolón turístico y se ha de obtener previamente un permiso militar. A veces los cruceros escalan en Midway con turistas ornitólogos, pero no con regularidad. Para mí era una oportunidad única para conocer ese atolón, incluido en el sitio de Papahānaumokuākea.
Nada más al aterrizar, hacia el mediodía, hubo una ceremonia militar para conmemorar el aniversario de la Batalla de Midway, acontecida entre el 4 y el 6 de Junio de 1942, donde los americanos salieron victoriosos. Hablaron dos oficiales veteranos, uno americano y a continuación otro en japonés. Todos asistimos con caras circunspectas a la ceremonia, y nos levantamos en señal de respecto al oír los himnos de Estados Unidos de América y del Japón. Tras ello, los soldados americanos nos invitaron a servirnos sin coerción café con leche y bollos de nata. Disponíamos de unas 6 horas de tiempo libre antes de volar de regreso a Honolulu.
Lo sorprendente de Midway es la increíble cantidad de albatros autóctonos (conocidos por Albatros de Laysan) que allí vivían. Era su territorio, los pocos humanos que allí vivían (unos 70 entre militares y voluntarios estudiosos de los albatros) eran invasores en su atolón. Nos contaron que en ese atolón, de unos 6 kilómetros cuadrados de superficie, vivían unos dos millones de albatros, la mayor concentración de estas aves en el mundo. No se inmutaban ante nuestra presencia ni nos temían, pues estaban acostumbrados a ser respetados por los humanos. Los machos flirteaban con las hembras. Era una visión que parecía sobrenatural, milagrosa. Así les pareció a la mayoría de los viajeros con los que conversé. Para muchos Midway era el lugar más sorprendente que habían visitado a lo largo de sus carreras viajeras. Para mí Midway representó un lugar mágico.
Cuando me cansé de pasear por el atolón esquivando albatros para no pisarlos, me fui a la playa. Allí había una taberna llamada Captain Brooks, donde la comida nos sería ofrecida gratuitamente, pues ya habíamos pagado por ella en el billete del avión. Era buffet libre y las bebidas estaban incluidas. Cuando llegó la hora nos dirigimos al aeropuerto y acto seguido volamos de regreso a Hawaii.