Comunidades neolíticas y de la Edad del Bronce se establecieron en las orillas de numerosos lagos y arroyos en el entorno de los Alpes. La abundancia del líquido elemento favorecía la proliferación de estos asentamientos, cuyas viviendas se estructuraban sobre pilotes para resguardarlas de la acción del agua. Este tipo de construcciones se conocen como palafitos y evidencias arqueológicas han demostrado que comenzaron a utilizarse hace unos siete mil años y su uso se prolongó en esta zona alpina hasta la época de los romanos. La mayoría de los restos que existen de ellas se encuentran actualmente inundados, lo que demuestra la subida del nivel del agua en los lagos de esta zona desde entonces. Más teniendo en cuenta que los palafitos no eran construidos directamente sobre el agua sino en la zona de tierra firme adyacente. Un total de ciento once de estos lugares, pertenecientes a seis estados europeos, han sido declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. En la zona sur del lago de Garda existen varios, lo mismo que sucede en la parte oeste del lago Leman. También se encuentran algunos restos en las ciudades de Zúrich y Constanza, bajo el nivel del agua de los lagos homónimos.