Palacio de Golestán (por Jorge Sánchez)
Este es un palacio muy atractivo en el centro de Teherán, frente al famoso bazar, que constituye una grata visita. Unas 3 horas dentro es lo que me tomó recorrer las partes principales y tomarme un buen zumo de melón con una bola de helado de nata en una cafetería subterránea.
A la entrada le pregunté al vendedor de billetes qué es lo que me aconsejaba visitar, pues no se ofrecía un billete único, sino al menos 10. Uno por entrar al recinto con sus jardines (150.000 riales), otro por el palacio principal, otro por la torre de viento, etc. Si se compraban todos los billetes uno se gastaba más de 1 millón de riales, lo cual no era caro. A efectos de comparación: entrar en la Casa Batlló de Barcelona, en España, te sale por unos 30 euros, lo que es un robo. Al final el muchacho me aconsejó 6 sitios y se los compré por alrededor de 800.000 riales (cambié en el aeropuerto de Teherán a razón de 42.000 riales por euro, o sea, no llegó a los 20 euros). Además de la entrada al jardín y los palacios principales, el joven me ofreció la sala del trono de mármol, que fue de lo que más me gustó.
Gracias a los folletos que me regalaron y a los letreros traducidos al inglés a la entrada de cada edificio, aprendí que el inicio de ese palacio en Teherán fue en el siglo XVI. En aquellos tiempos había una ciudadela. Poco a poco los diversos reyes persas (sha o shah, en farsi) fueron ampliando y añadiendo más edificios embelleciendo el complejo. En la entrada a cada parte del palacio hay que colocarse una funda de plástico en cada zapato para no dañar el parqué. Dejan hacer fotografías sin coerción. No me perdí nada interesante gracias al fajo de billetes que adquirí desde el salón de recepciones y de los espejos hasta los salones del marfil y de los diamantes. También observé los frescos mostrando mujeres desnudas, algo que me sorprendió encontrar en un país tan religioso como es Irán. Había muchos grupos de turistas, sobre todo italianos. Pero yo fui a mi aire, sin guía, ayudándome de los letreros.
El palacio es espectacular, nadie lo puede negar, pero comparado por el Palacio Real que tenemos los españoles en nuestra capital Madrid, con sus salones maravillosos como son los del trono, de la corona, los cuadros de Goya, Velázquez, Caravaggio, Rubens, El Bosco… la colección de Stradivarius más un largo etcétera de cosas prodigiosas, el de Teherán no le hace sombra. Sin embargo, los españoles debemos de ser los más tontos, pues mientras los palacios de Teherán, los de Francia (varios) los ingleses, los rusos, y de muchos más países están en la lista de patrimonios mundiales de UNESCO, el de Madrid no lo está.