Los primeros registros en los que se tienen noticias de Oslo datan de mediados del siglo XI. Al parecer, fue fundada por el monarca Harald III de Noruega, a quien se conocía como Hardråde, que viene a traducirse como el Despiadado. La población estaba entonces en un segundo plano, pero a comienzos del siglo XIV le fue otorgada la capitalidad del país por mediación del rey Haakon V. Desde entonces Oslo no hizo más que crecer, aunque pasó periodos de oscuridad durante la unión con Dinamarca, que se prolongó por más de dos siglos, y al ser incendiada por los suecos en el siglo XVI. Desde la primera mitad del siglo XIX se convirtió definitivamente en la capital de Noruega, de la que actualmente es la ciudad más pujante y poblada, con unos seiscientos cincuenta mil habitantes. La ciudad alberga numerosos museos, entre los que hay que mencionar el Museo Kon-Tiki, el Museo Marítimo de Noruega y el Museo de Barcos Vikingos, que incluye excelentes ejemplos de drakkar, situados todos ellos en la isla de Bygdøy. Establecido a finales del siglo XIX, el Museo del Pueblo Noruego es el primer museo al aire libre que se instituyó en el mundo además de uno de los más grandes de sus características en la actualidad. Consta de más de ciento cincuenta edificaciones que muestran el tipismo de todas las regiones noruegas y han sido traídas desde ellas a lo largo del tiempo. Entre las construcciones más significativas se encuentra una casa de campo del siglo XIV, viviendas típicas procedentes de las antiguas poblaciones de Hovin y Gransherad y granjas de madera del valle de Østerdal. Aunque, sin duda, la joya del museo es la stavkirke de Gol, auténtica iglesia de madera de comienzos del siglo XIII traída desde la población homónima con el fin de evitar su destrucción. Merece la pena visitar también el parque Frogner, así como el Ayuntamiento, situado junto al puerto. El Museo Munch y la Galería Nacional completan la oferta de museos, mientras que el Palacio Real o Slottet es el palacio más destacado. Sobresale también la fortaleza de Akershus, que, como no, alberga un museo, el denominado Museo de la Resistencia Noruega.
