Olinda (por Jorge Sánchez)
Llegué ya oscuro a Olinda, en el estado de Pernambuco, localicé un albergue junto a la playa y me instalé en él para pasar la noche. Por la mañana visité el centro histórico de la ciudad de Olinda.
Comencé el recorrido ascendiendo una gran cuesta hasta alcanzar la parte más alta, donde se hallan el observatorio astronómico, la catedral y el convento de São Francisco. Casi todas las casas eran históricas, de tiempos de los portugueses, y estaban pintadas con colores muy llamativos. Olinda fue una de las primeras ciudades que construyeron los portugueses en Brasil. Era en esos tiempos muy rica y se referían a ella como «Lisboa Pequena». A pesar de su destrucción salvaje por los holandeses en el siglo XVII, Olinda fue levantada de nuevo y hoy representa una de las villas más fascinantes de Brasil.
La abundancia de sus iglesias y palacios, su naturaleza exuberante, sumado a la situación idílica junto a la playa, convierten a Olinda en un lugar muy turístico, tanto para brasileños como para extranjeros. A media tarde me desplacé a la vecina ciudad de Recife y de allí viajé en autobús a Maceió, la capital del estado de Alagoas.