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Extremadura

No tomarás el nombre de Roma en vano

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Hay que remontarse a la primera mitad del siglo XIX para comprender esa relación tóxica que han desarrollado Valencia de Alcántara y su presunto, e inexistente, pasado romano. En los albores de la investigación histórica en España, surgieron algunos autores dispuestos a divulgar sus ideas sin demasiado rigor. Fue el caso de Sebastián de Miñano, quien en su Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, publicado en 1826, se refiere a la villa como Contrasta y afirma que en ella existen inscripciones y otras antigüedades romanas. O de Pascual Madoz, quien en su Diccionario histórico-geográfico de Extremadura Tomo IV, publicado en 1849, describe con pelos y señales el que denomina antiguo municipio de Julia Contrasta, llegando a afirmar que tal vez no existan en España otras ruinas más caracterizadas de la época romana.

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Semejante discurso en pro de un origen romano de Valencia de Alcántara caló hondo y se agudizó a partir de mediados del siglo XX. Por entonces comenzaron a surgir historiadores aficionados, que, provistos de un interminable entusiasmo pero carentes del más mínimo rigor, declaraban como romano todo lo que les parecía, se moviera o no. Puentes con sillares, fuentes, un acueducto o diversos tramos de calzada eran inmediatamente asignados a los arquitectos del Imperio. Quienes, seguramente, se echarían las manos a la cabeza si tuvieran la posibilidad de levantar la ídem. Incluso se llegó al atrevimiento de identificar a Valencia de Alcántara con Valentia, oppidum fundado por el cónsul Decimo Junio Bruto, sin la más mínima evidencia al respecto.

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Nada más lejos de la realidad. La fundación del casco urbano de Valencia de Alcántara tal y como lo conocemos hoy día es más de un milenio posterior a aquellos lejanos tiempos cuando las legiones de Escipión campaban a sus anchas por Hispania. La prueba del algodón es que no se ha encontrado ni un solo resto de entonces en su entorno. Los elementos del patrimonio urbano habitualmente considerados como romanos son ineludiblemente posteriores. Tal y como fehacientemente demostraron los historiadores, éstos sí rigurosos, Bartolomé Miranda Díaz y Dionisio Á. Martín Nieto en su obra El Patrimonio Artístico de Valencia de Alcántara, la fuente de Monroy fue construida en la primera mitad del siglo XVIII. Por su parte, el puente de Abajo está datado un siglo atrás, como queda claro en la misma obra. Tanto Decimo Junio Bruto como Escipión ya llevaban tiempo criando malvas por entonces.

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De similar manera, el extraordinario acueducto fue construido en varias fases, aunque nunca antes de 1575, según prueban los mencionados autores en la mencionada obra. Como era de esperar, por otra parte. Porque, ¿para qué iban los romanos a construir un acueducto de aproximadamente ocho kilómetros de recorrido que llevara agua a una población inexistente? Y, ¿debido a que iban a emplear sus esfuerzos en levantar un puente sobre el que transcurriera una calzada que se diseñó muchos siglos después? Como era de esperar, el denominado Pontarrón de los Garabíos tampoco es romano, sino que seguramente se edificó en la segunda mitad del siglo XVI o durante el siglo XVII. Hecho que no quita un ápice a su extraordinario porte, ése que lo ha salvado de un derrumbe seguro debido a la desidia con la que habitualmente es tratado.

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¿Significa todo lo escrito anteriormente que el término municipal de Valencia de Alcántara carece por completo de vestigios datados en ese periodo? Nada más lejos de la realidad. Tal y como detalla Francisco Galavís Bueno en su completa obra El poblamiento romano en la comarca de Valencia de Alcántara, las evidencias halladas son numerosas. La calzada que unía las civitas de Emerita Augusta, actual Mérida; la cercana Ammaia, justo al otro lado de la frontera con Portugal; y Scallabis, hoy día la población lusa de Santarém, transcurría por la zona, aunque los restos de pavimento encontrados en parajes como La Zafra sean posiblemente medievales. Asociadas a dicha calzada existían villas, de las cuales el exponente más destacado es Torre Albarragena, donde se halló un interesante mosaico durante las excavaciones realizadas en 1990. Posiblemente una villa lo fuera también la misteriosa Julia Contrasta. Si es que algún día existió, porque en el lugar donde presuntamente se encontraba, conocido como Sesmo del Sever y localizado junto al río homónimo, no queda absolutamente nada. ¿O quizás fueron los restos de Julia Contrasta saqueados en el pasado? Sobre el espinoso asunto del expolio en Valencia de Alcántara hablaremos en otra ocasión, si es que nos dejan.

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