Nieve en el trópico
Saint Kitts y Nevis es a la vez el estado más pequeño y el menos poblado de América. Lo forman dos islas: Saint Kitts, a la que Colón llamó isla de San Cristóbal cuando la pisó por primera vez en 1493, y su vecina isla de Nevis, también descubierta en el mismo viaje y a la que el almirante dio el nombre de Nuestra Señora de las Nieves. Los españoles se olvidaron pronto de este lugar, que permaneció en manos de sus habitantes originales hasta que llamó la atención de ingleses y franceses dos siglos más tarde. Colonos de ambos reinos se disputaron su hegemonía hasta que ambas islas pasaron definitivamente a manos británicas según fue acordado en el Tratado de Versalles en 1783. Y justamente dos siglos más tarde lograron su independencia, pasando a formar un nuevo estado.
En diciembre de 2004 llegábamos al puerto de Basseterre, la capital del país. A pesar de su nombre francés, Basseterre es una ciudad con un ambiente muy inglés, de las más británicas que pueden encontrarse en las islas del Caribe. Incluso tiene una plaza, localmente denominada the circus, que recuerda vagamente a la famosa Piccadilly Circus de Londres. En su centro se localiza el Berkeley Memorial Clock, un reloj de época victoriana que da un aire al Big Ben en miniatura. También me trajo reminiscencias inglesas el ambiente amable y educado que se respira en las calles de la villa, bastante diferente al habitual en otras ciudades de la zona.
No lejos de Basseterre se encuentra Romney Manor, antiguamente una plantación de caña de azúcar donde trabajaban numerosos esclavos. Este lugar ha sido reconvertido en la actualidad en un interesante jardín botánico, donde pueden verse numerosos ejemplos de plantas tropicales. Destaca un enorme y centenario árbol de la lluvia o tamarindo. En su parte más alejada, el jardín se funde con una de las zonas de bosque lluvioso existentes en la isla. Los reconstruidos edificios donde la caña se transformaba en azúcar albergan ahora una fábrica de batik, técnica de teñido de tejidos importada del Sudeste Asiático que se ha convertido en uno de los principales negocios en Saint Kitts.
Pero sin duda el lugar más interesante de Saint Kitts es la fortaleza de Brimstone Hill, una de las más atractivas del Caribe. Este fuerte fue construido por los ingleses a partir del siglo XVII y su finalidad era defender esta parte de la isla del ataque de tropas francesas. En aquella época llegó a ser conocido como el Gibraltar de las Antillas, lo que da idea de su poderío e inexpugnabilidad. Una vez que la isla pasó definitivamente a manos británicas Brimstone Hill perdió su razón de ser, siendo abandonado progresivamente hasta que a finales del siglo XX la fortaleza y su entorno fueron recuperados y protegidos bajo la figura de Parque Nacional.
Llegamos hasta Brimstone Hill junto a un grupo guiado por un curioso personaje, ya de cierta edad pero de vestimenta y aspecto juvenil, que hablaba inglés con un divertido acento creole y bromeaba todo el tiempo. Sus explicaciones sobre la fortaleza y su historia me resultaron del todo interesantes así que, cuando nos disponíamos a bajar para tomar el autobús de vuelta a Basseterre, le di las gracias y le pregunté por Kim Collins, atleta local que fue campeón del mundo de los cien metros en 2003. Sorprendido de que un turista conociera a su compatriota, inquirió sobre nuestra nacionalidad y ante mi respuesta empezó a repetir entre risas y con un alegre ritmo caribeño: ‘Poca, poca, chega lejos. Poca, poca, chega lejos’. Para entonces las nubes comenzaban a acumularse en la cima de la vecina isla de Nevis, confiriéndole ese aspecto de cumbre nevada que llevó a un confundido Colón a darle un nombre tan impropio para esas latitudes.