Compuesto por un monumento dedicado a las víctimas y un museo propiamente dicho, el Museo del Genocidio Armenio no es un lugar demasiado apto para almas sensibles. Situado en Yerevan sobre una colina llamada Tsitsernakaberd, término que significa algo así como nido de golondrinas, este memorial rinde homenaje a los centenares de miles de víctimas causadas durante la dura represión sufrida por el pueblo armenio a manos turcas en la segunda década del siglo XX. El monumento fue construido durante la época soviética, y consta de una estela de 44 metros de altura junto a doce losas de basalto formando un círculo, en representación del mismo número de provincias armenias testigos de los hechos en la actual Turquía. El museo, situado a un nivel inferior al del suelo, abrió sus puertas en 1995 y muestra en sus tres salas textos, imágenes y objetos conmemorativos de la masacre.