Mulay Idrís (por Jorge Sánchez)
En Meknes abordé un autobús hasta la población de Mulay Idrís, donde pasaría la noche. Durante el trayecto los pasajeros con los que hablé dudaban de si me dejarían quedarme a dormir, ya que es la ciudad más santa para los marroquíes y lugar de peregrinaje, debido a que allí yacen los restos de Idrís I, descendiente directo del profeta Mahoma. Y me compararon Mulay Idrís con La Meca y Medina, ciudades árabes que sólo pueden ser visitadas por los musulmanes. Al fracasar en el siglo VIII una rebelión en Bagdad contra el Califa Harún al-Rashid, éste ordenó matar a los rebeldes. Idrís escapó de la matanza y se refugió en Volubilis, donde los bereberes le acogieron y aceptaron las enseñanzas del Islam que les trajo. Murió envenenado en Fez por orden de Harún al-Rashid, y su cadáver fue trasladado a Mulay Idrís.
El poblado de Mulay Idrís me gustó desde la distancia. Se hallaba asentado sobre una colina, lo que me hizo recordar a los villages perchés del departamento francés Alpes-Maritimes. No perdía nada por probar a alojarme en Mulay Idrís, pensé, y en caso de ser rechazado me iría a dormir a la cercana Volubilis. Al llegar vi anuncios de hoteles, incluso escritos en inglés. Pregunté en uno de ellos y por 100 dírhams me ofrecieron una habitación muy decente para pasar esa noche. Pero no hubo manera de poder visitar el mausoleo de Idrís I ni la mezquita, al no ser musulmán.
Intenté entrar en ella dos veces disfrazado de marroquí, vistiendo una chilaba de color marrón que me prestó el dueño de mi hotel. Pero en ambas ocasiones los marroquíes me descubrieron. No sé cómo, pero adivinaron que era español, ya que me reprendieron en esta lengua, y hasta me prohibieron hacer fotos a la mezquita. Supuse que me habría delatado alguien que vino desde Meknes en mi autobús, pues no abrí la boca.
Pensé que probar por tercera vez a penetrar en ese santuario, si de nuevo era descubierto (cosa muy probable), los marroquíes me tirarían piedras, así que me resigné, bajé a mi hotel junto la explanada donde paraban los autobuses, esperé a que oscureciera para poder comer (eran días del Ramadán), y me compré un kilo de brevas más un frasco de zumo de naranjas para cenar. Luego en el hotel, el dueño me invitó a té y unos dulces de miel enroscados como varios números 8 en una orgía, llamados Shebbakiyya. Por la mañana caminé en parte, y también me monté en un burro, hasta el sitio arqueológico de Volubilis, a 4 kilómetros de distancia de Mulay Idrís.