Mostar (por Jorge Sánchez)
Me hallaba recorriendo todos los fragmentos que, de momento, ha dejado la antigua Yugoslavia. Aún no están consolidados y se pueden producir nuevas descomposiciones; seguro que se producirán, será inevitable. Una vez en Mostar, antes de llegar al famoso puente de Sinan, designado Patrimonio de la Humanidad, observé en mi camino un trozo de pan y un gato durmiendo la siesta. Sobre una piedra al lado de un mortero, habían pintado con tinta negra la frase: «DON’T FORGET». Pero el hombre olvidará; por desgracia siempre olvida. Justo frente al puente encontré una casa particular donde acordé con la dueña y su hija un precio moderado por dormir allí 3 noches. Ese tiempo lo dividiría entre la ciudad de Mostar y el tekké derviche de Blagaj, a pocos kilómetros de distancia, donde durante dos noches asistí a los ejercicios de Sema de los derviches mevlevi.
Por la mañana me paseaba por el antiguo barrio y siempre visitaba la Plaza España, donde se halla un bello edificio de estilo «revival», albergando un gimnasio. España colaboró de manera generosa con la reconstrucción de la ciudad de Mostar, tanto económica como con la aportación de miles de soldados en las fuerzas multinacionales durante 15 años. Un monumento en el centro de la plaza se había erigido en honor a los soldados españoles caídos durante su misión, cuyos nombres estaban grabados sobre una piedra.
Lo que más me sedujo de la histórica ciudad de Mostar seguía siendo su Viejo Puente, o Stari Most (most significa puente en bosnio), que la organización UNESCO colaboró en su reconstrucción, que finalizó el año 2004. Cada día lo cruzaba de un lado a otro y me paraba en el medio para admirar el curso del río Neretva a la par que sorbía un té.
Para mí era un puente mágico, perfecto; no sabía si era más bello de día o de noche, cuando lo iluminan, y aparece todavía más romántico, haciendo olvidar los horrores de los que fue testigo a lo largo de su historia. El último horror, sucedido entre 1992 y 1995, dejó 200.000 muertos. El cuarto día me marché de Mostar para viajar a otra parte.