Monte Saint Michel (por Jorge Sánchez)
Desde la lejanía ese monte parecía mágico, como flotando en medio del mar. Como el día de mi visita las olas estaban bajas pude caminar hacia él a través de una especie de istmo. Cuando sube la marea el monte queda aislado y se necesita llegar a él remangándote los pantalones, o incluso en barca. Primero me proveí de folletos en español en la oficina de turismo y a continuación, tras tomarme un café au lait con un croissant, correteé entusiasmado durante unas 3 horas por todo el monte entrando en todo lo que veía abierto, como la Abadía Benedictina donde, tras pagar la entrada, un monje nos dio explicaciones históricas a los turistas allí presentes. Nos contó que a los pocos años del inicio de la Revolución Francesa (1789) esa abadía se convirtió en prisión, cuando los monjes fueron expulsados, y que en la parte más alta de la abadía se halla una estatua representando al Arcángel San Miguel matando al dragón del Apocalipsis. Después rodeé todo su perímetro, que tiene aproximadamente 1.000 metros, admiré sus murallas, y todo el rato iba sonriendo al caminar por las calles de lo feliz que me sentía visitando ese sitio. Además de en la abadía entré en una iglesia pequeña que se encontraba abierta (Église Saint-Pierre).
La población de esa isla es de apenas 50 personas, de las cuales la mayoría son religiosos. Muchos de los que trabajan en la isla, como camareros, cocineros, friegaplatos, o vendedores de suvenires, regresan por la noche a sus casas en Francia continental. Todo me recordó al otro monte también llamado San Miguel (St Michael’s Mount), que había visitado tiempo atrás en Marazion, Cornualles (Reino Unido), aunque el francés es mucho más bello.
No soy de comprar suvenires de los lugares que visito, pero tanto me hechizó ese monte que acabé comprando un libro en español sobre su historia (libro que tengo archivado en mi casa y aún no he leído). Hoy considero que los cuatro sitios más impactantes que he visitado en Francia (y todos son Patrimonios Mundiales), son: el centro de París, los castillos del Loira, haber viajado en una barcaza por el Canal du Midi, y por último el Monte Saint-Michel. Dicen que la visión del Monte Saint-Michel durante la noche es inolvidable, pero yo no me quedé a dormir allí, sino que a media tarde viajé a la vecina ciudad de Saint-Malo, porque al día siguiente debía tomar un barco para visitar las cinco islas principales del canal de la Mancha (Jersey, Guernsey, Alderney, Sark y Herm).
Lugar mágico dónde los haya… Cuando lo vi por primera vez desde lejos, no pude reprimir las lágrimas. Que ilusion por estar allí! Volvería de nuevo sin dudarlo. Recomendable Mont Sant Michel y Francia en general.
Conozco esa emoción que se siente cuando alcanzas un objetivo largamente deseado. Ojalá puedas volver de nuevo a ver el Monte Saint Michel.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo.