Molinos de viento del Mediterráneo (por Jorge Sánchez)
He tenido la suerte de visitar los encantadores molinos de viento de Campo de Criptana (donde vi el molino dedicado a la actriz y cantante manchega Sara Montiel), también los de Consuegra al lado de un castillo, y los de Mota del Cuervo subiendo a uno de ellos. Pero aún no he tenido la oportunidad de conocer otros que describe UNESCO en su reseña, como son los de la provincia de Murcia y los de Alicante.
Aunque he pasado por Valdepeñas en ruta a Despeñaperros y parado a degustar vino en una de sus bodegas, no recuerdo haber visto molinos, salvo los convertidos en bares y tiendas de venta de queso al borde de la carretera. Tampoco recuerdo haber visto el de Madridejos. Ni tampoco vi, si los hay, en Puerto Lápice, donde se halla uno de los restaurantes más entrañables de La Mancha: Venta del Quijote, en el cual las siete u ocho veces que he comido en él siempre he pedido lo mismo del menú: Duelos y Quebrantos, luego un Guiso de la boda de Camacho, y como postre la flor manchega con helado.
Nunca he viajado solo para visitar esos molinos, sino en compañía de amigos que tenían coche, ya que para un viajero individual es difícil encontrar transporte público. A veces he tenido que unirme en un autobús a un grupo de turistas. Durante mis viajes por La Mancha complementé el conocer los molinos de viento con la visita a la maravillosa Plaza Mayor de Tembleque, y también realicé una escala en El Toboso entrando en la Casa de Dulcinea, hoy museo. Recuerdo que en ese museo me confiscaron la cámara fotográfica a la entrada. Sin embargo, en el museo Cervantino, también en el El Toboso, sí que pude tomar fotografías.
Toda esa zona de molinos debería ser nombrada Patrimonio Mundial bajo la etiqueta, por ejemplo, de Tierra de Don Quijote, pues además de bella está preñada de historia. Si en la lista de UNESCO se encuentra la Red de molinos de Kinderdijk-Elshout, en Holanda, que incluye 19 de ellos ¿por qué no se encuentran los molinos de viento de La Mancha?