MunDandy

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Bangladesh

Mezquita de Bagerhat (por Alberto Campa)

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La noche en el barco navegando río abajo fue mágica, quizá como todas las muchas noches que en mi caso, he pasado sentado en la proa de muchos otros barcos, por otros tantos ríos, mares, océanos o grandes lagos o fiordos. Digo esto, porque no puede haber mayor sensación de paz y tranquilidad que sentarse en la noche, a ver las estrellas desde la cubierta de un barco, mientras este surca las aguas en un suave y ruidoso silencio. Si cómo en el caso de nuestra bengalí noche, esas aguas son las de los ríos Ganges y Brahmaputra, esa sensación de reflexión personal y muy, muy interior, es aún mayor.

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No obstante nuestro nirvana se vio interrumpido por la escala que la embarcación hizo de madrugada, para recoger pasaje que llegaba vía ferrocarril hasta la localidad ribereña del gran río que se forma al unirse los dos cauces sagrados, y de nombre Chandpur. No obstante, esta parada nos sirvió para pasear un poco en la noche por las oscuras vías del tren mientras descargaba su férreo pasaje, el cual desde allí se convertiría ya en fluvial.

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Noche de navegación y a la mañana, desayuno de pequeña tortilla, acompañada de tostadas con mantequilla y la muy habitual mermelada de naranja. En la cubierta exterior, familia de viajeros locales que se dirige hacia la desembocadura del río, se toma unas fotos con europeos viajeros y hasta les invitan después a un rico té. Sin acabar de saborear un momento, ya nos llega otro, y es que desde la cubierta superior el musulmán capitán nos vocea en llamada a acudir junto a él, por un lado para conocernos, y por otro para que veamos su puente de mando en lo alto de la gran gabarra.

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Nos bajamos del barco en Jhalarat, para desde allí ir en repleto bus hasta una de las pocas cosas importantes que este sencillo país tiene que mostrar a los pocos viajeros que a él llegan. Se trata de Bagerhat, sorprendente mezquita de setenta bóvedas que la UNESCO incluyó como Patrimonio Mundial de la Humanidad, y que visitamos descalzos con religiosas indicaciones de amable imán. En los alrededores todo tipo de fauna. Patos, ocas, cabras, vacas y….lo verdaderamente sorprendente: un gran elefante con la frente tuneada, que se nos acerca por la carretera y en el que por supuesto, y como no podía ser de otra forma, acabamos subidos el ilustre Willy Fogg y su viajero acompañante Rigodón. Cosas de un mágico oriente oriental.

Continuamos viaje en viejo bus, hacia la cercana ciudad de los Sundarbans (manglares del golfo de Bengala y hábitat único del tigre del mismo nombre), la muy ajetreada también al caer la noche, Khulna. En ella quedamos con una chica que habla español y que conocimos por un teléfono que nos ponen por sorpresa al oído en el bus, al oírnos el vecino pasajero bengalí, hablar en español. Cosas del directo, resulta ser una sobrina suya que habla un poco de nuestra castellana lengua, al estar casada con un bengalí que trabaja en Coruña, y que va cogiendo un poco de nuestro español, mucho más rápido que nosotros aprendemos el fácil bengalí…es broma, y si no os invito a intentarlo vosotros, a ver como se os da esta medio cingalesa lengua.

Somos acompañados al llegar, a casa de su musulmana familia, donde somos agasajados con ricos manjares. Cosas de la imperativa hospitalidad del islam, con el extranjero viajero, y que ineludiblemente hacen desconfiar un poco a estos europeos, poco acostumbrados a tanta desinteresada cortesía. Para colmo, al arribar a casa el jefe de familia, se presta a visitar con nosotros el fluvial puerto, donde cientos de jornaleros desembarcan un carguero lleno de tierra fertilizante para los cultivos de arroz, apilándolos luego en montaña de sacos blancos junto al río, y que el musulmán mercader supervisa junto a su también muy musulmán socio. Té amigo, breve charla y paseo en la noche en rickshaw por Khulna, en busca de billetes de siempre abarrotados trenes, a los que subirse al día siguiente para retornar al centro del país.

Alojamiento en sencillo hotel del centro de Khulna, muy cercano a una muy iluminada en la noche, especie de feria donde los locales se compran desde una batería de cocina hasta una blanca y muy musulmana chilaba. Y bueno, esto es todo por hoy. Que nos deparará nuevo bengalí día? Quien sabe…

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