México D.F. (por Jorge Sánchez)
En el año 1984 realicé una excursión en barquita por Xochimilco escuchando música de mariachis, pero no poseo fotos, por ello las que muestro aquí corresponden a viajes recientes a la ciudad de México D. F. Siempre me alojo en un albergue sito en el mismo zócalo, pues además de lo privilegiado del lugar, es muy barato. Desde la terraza donde ofrecen el desayuno las vistas del Zócalo y la catedral son impagables. Esos días estaban desmantelando las instalaciones de un entoldado del Zócalo donde acababa de actuar el músico y ex Beatle Paul McCartney (por dos o tres días me perdí su concierto). La catedral, como afirma UNESCO en su reseña, es la más grande de todo el continente americano, y era el primer sitio que cada mañana, tras el desayuno, visitaba para comprar cirios.
Como en viajes anteriores ya había visitado el Campus Central de la Universidad y la Ciudad prehispánica de Teotihuacán (ambos Patrimonios de la Humanidad), además de edificios históricos y museos varios, este último viaje me dediqué a conocer el hospital más antiguo de todo el continente americano, llamado Hospital de la Purísima Concepción y de Jesús Nazareno, fundado por el propio Hernán Cortés el año 1524, y todavía en funcionamiento. Hernán Cortés era muy misericordioso y lo mandó construir para acoger a los hijos de los aztecas caídos en la toma de Tenochtitlán.
Se recuerda a Hernán Cortés en todo México. En la planta baja del hospital, junto a su busto, se indicaba el año de la fundación del hospital, 1524. Me hice pasar por enfermo para poder visitar sus instalaciones interiores. Fue así que aprecié los frescos de José Clemente Orozco, donde se representa el encuentro entre Hernán Cortés y el rey Moctezuma.
En su iglesia anexa, llamada Jesús Nazareno, se preserva el féretro de Hernán Cortés. En ese mismo viaje traté de averiguar el paradero del cadáver del vasco Andrés de Urdaneta, el que encontró el Tornaviaje del Galeón de Manila, pero lo único que me dijeron en la Oficina de Turismo de la ciudad es que debe encontrarse en el edificio de la actual Biblioteca Nacional, que antes fue un convento (destruido por un incendio) bajo cuyo claustro fue enterrado.