Mentiras piadosas
Asegura una vieja leyenda que los niños perdidos de Hamelin, aquellos que fueron secuestrados por un flautista y nunca más fueron vistos, reaparecieron de las profundidades de la Tierra en una cueva cercana a la actual Sibiu para, con el tiempo, fundar las siete villas fortificadas sajonas de Transilvania. Aunque es evidente que la presencia germana en la zona central de Rumanía fue debida a una suerte de repoblación medieval, esta historia da idea de la afición del pueblo transilvano a las fábulas que se transmiten como parte de su tradición oral. Lo que resulta indudable es que Sibiu es hoy día la ciudad rumana de más arraigo cultural y la más preocupada por la conservación de su patrimonio, marcado aún por el legado que dejaron aquellos emigrantes sajones tanto en la imagen como en la personalidad de la villa.
Conservado en unas condiciones casi perfectas, el casco histórico de Sibiu se encuentra estructurado en torno a las tres plazas que componen el centro neurálgico de la localidad. Piaţa Huet parece dedicada por completo a albergar una de las construcciones de más importancia en la villa, esa catedral de Santa María a la que los locales se refieren simplemente como la iglesia evangélica. Templo gótico del siglo XIV, fue erigido en el lugar donde se situaba uno románico desde la fundación de la villa un par de siglos atrás. Culminado por una torre que se eleva por encima de los setenta metros, fue el lugar de culto más importante de la ciudad durante varios siglos al ser la mayoría de su población practicante del credo luterano, aunque en los últimos tiempos ha perdido esa primacía a manos de la catedral ortodoxa.
Piaţa Mare es, como puede deducirse por su nombre, la plaza más grande de la villa y el lugar donde los ciudadanos han venido haciendo vida social desde su fundación. Aquí se encuentran varias de las construcciones más antiguas y atractivas de la ciudad, presentando algunas de ellas las típicas ventanas que sobresalen de los tejados a la manera de ojos, debido a lo cual son conocidas como los ojos de Sibiu. Al igual que en otras ciudades medievales europeas, su función inicial fue la de ser sede del mercado, cometido que con el tiempo se fue diversificando hacia otras actividades cotidianas que congregaban a numerosos asistentes. Pasaron así a celebrarse en ella tanto ejecuciones públicas como representaciones teatrales o números musicales.
Uno de los edificios más destacados de Piaţa Mare es el Museo Brukenthal, renombrada construcción barroca del siglo XVIII que alberga una de las colecciones de arte más importantes de Rumanía. Aparte de creaciones de artistas locales, incluye obras de maestros del Renacimiento alemán como Lucas Cranach, sin olvidar una nutrida representación de la escuela italiana con nombres tan ilustres como Tiziano o Botticelli. Otra edificación importante en la plaza es la iglesia de la Santísima Trinidad, más conocida entre los locales como la iglesia católica. Puesto que los ciudadanos de Sibiu se adhirieron a la reforma luterana, en la villa dejó de practicarse el culto católico por un largo periodo de tiempo, hasta que en el siglo XVIII llegaron a Transilvania nuevos emigrantes, esta vez procedentes de Hungría, quienes erigieron este templo para celebrar sus ritos.
De tamaño muy inferior a la anterior, de ahí su denominación, Piaţa Mică alberga diversas edificaciones de procedencia medieval, que presentan un aspecto considerablemente uniforme al haber sido levantadas todas ellas en la misma época. Su construcción más destacada es la Torre del Concejo, baluarte defensivo que guardaba una de las puertas de acceso a Sibiu y que debe su nombre al edificio colindante, sede de las reuniones del Ayuntamiento local. En esta plaza se sitúa también un pequeño viaducto de forja conocido como puente de las mentiras. A pesar de que su apodo refiera probablemente a la similitud con las palabras puente colgante en lengua germana, congrega en torno a sí numerosas leyendas de acuerdo con la tradición local. Una de ellas afirma que el puente lanzará al vacío de inmediato a quienes no digan la verdad estando sobre él y a mí, por si acaso, no se me ocurrió decir una mentira piadosa siquiera mientras lo cruzaba.