Matera (por Jorge Sánchez)
Encontré Matera una ciudad bíblica, tal vez por asociarla a la película El Evangelio según San Mateo, de Pasolini, filmada allí, que había visto en mi adolescencia. Me gustó a primera vista, tanto que en vez de emplear un día en conocerla, me quedé dos. Hallé un hostal cerca de la estación de autobuses (llegaba de Metaponto), llamado Roma (que me hizo pagar una tasa turística), dejé mi bolsa y, sin pérdida de tiempo, me lancé a recorrer sus casas trogloditas y perderme por sus callejones laberínticos, sin dejarme las iglesias rupestres.
La situación de Matera, asentada sobre un cañón, producía una impresión inusual. Realicé trekkings a unas cuevas que observé al otro lado del cañón. También ascendí al castillo, en lo alto de una loma, pero estaba cerrado. Entré en algunos museos y me fijé en estatuas curiosas. En algunas iglesias te dejaban entrar de manera gratuita, pero las localizadas en la zona Sassi, te hacían pagar por visitarlas. Vendían souvenires por doquier y una casa la habían acondicionado como museo, mostrando la vida cotidiana de una familia numerosa con bebés de pecho. La visión de Matera por la noche era romántica. De hecho, toda Matera es una ciudad museo, encantadora, dulce, parecida a un cuento.
A la mañana siguiente todavía visité otros lugares que me había dejado el día anterior. Hacia el medio día me dirigí a la estación de autobuses y me marché a viajar a otra parte.