Tercer lago en extensión a nivel mundial hasta hace unas pocas décadas, el mar de Aral ha sido prácticamente desecado ya desde los tiempos de la antigua Unión Soviética, cuando se dedicó el agua que lo alimentaba, procedente de los ríos Amu Darya y Syr Darya en su práctica totalidad, a campos de cultivo de algodón. Su superficie ha quedado reducida a apenas un 10% de los casi setenta mil kilómetros cuadrados que llegó a tener y ya ni siquiera es un único lago sino que está dividido en varios tramos. El mayor de ellos está en territorio uzbeco pero llegará a secarse del todo con total seguridad, pues ya no hay ríos que lo alimenten. Su nivel retrocede una treintena de metros al año y su salinidad se ha multiplicado por quince a consecuencia de la pérdida de agua, con lo que es perfectamente posible flotar en él sin ayuda. Tal concentración de sal hace imposible que ningún ser vivo pueda subsistir en sus aguas, que presentan un elevado nivel de contaminación en lo que constituye una catástrofe ecológica sin precedentes.