Lago Tana (por Jorge Sánchez)
Desde Adís Abeba, la capital de Etiopía, me dirigí en autobuses a la ciudad de Bahir Dar, parando por el camino un par de días para visitar el famoso monasterio de Debre Libanos, donde pernocté con sus monjes.
Un objetivo primordial tenía en Bahir Dar: tomar un barco para visitar alguno de sus 30 monasterios situados, en su mayoría, sobre islas en el sagrado lago Tana. Me dirigí con esa intención al puerto. Justo iba a zarpar un barco con destino a la isla Dek, que con sus 16 kilómetros cuadrados de superficie representa la más grande del lago, pero el capitán y los marineros me prohibieron estrictamente la entrada, al ser extranjero. Era el año 1993.
Me sentí confundido pues no esperaba esa prohibición. Resolví entonces probar a embarcarme desde la histórica ciudad de Gorgora. Al llegar, los nativos me mostraron el lugar de un antiguo palacio que mandó construir el jesuita madrileño Pedro Páez, el descubridor europeo de las fuentes del río Nilo Azul a principio del siglo XVII.
En Gorgora obtuve con facilidad de un capitán el billete en ese barco prohibido a extranjeros hacia la isla Dek.
Zarpamos temprano al día siguiente en una gabarra llena con unos 400 nativos cargados de sacos de alimentos y productos chinos. Justo frente a Gorgora se localizan cuatro islas con cuatro monasterios que contemplaría al pasar. La gabarra no se alejaba mucho de la costa, por lo que también podíamos apreciar los monasterios sobre tierra firme y a los monjes faenando en los campos. A media tarde el capitán nos anunció que atracaríamos en la aldea de Kunzula para pasar la noche. A la madrugada siguiente embarcaba de nuevo en la gabarra realizando una parada de varias horas en la isla Dek, dándome tiempo a visitar varios monasterios de los alrededores y hablar con sus monjes. Esa isla era elevada y tuve que ascender su colina boscosa a paso ligero pues me preocupaba por no llegar a tiempo a la salida del barco, previsto zarpar 4 horas más tarde (que al final serían 6).
También crucé a un pequeño islote donde se hallaba la iglesia -y a la vez monasterio- Narga Selassie, cuyo nombre significa Trinidad del descanso, construida en el siglo XIII. Era redonda, de piedra, y de ella me fascinaron sus pinturas, consideradas de las más bellas entre todas las iglesias y monasterios de Etiopía. No tuve tiempo de admirar sus manuscritos, reliquias y otras joyas eclesiásticas y culturales que albergaba, además de los restos mortales de emperadores de Etiopía, pues solo pensaba en la salida del barco.
Gracias a perseverar con tesón había logrado mi objetivo de alcanzar la isla sagrada de Dek, donde solo pude visitar una iglesia/monasterio, pero valió la pena pues fue lo mejor del lago Tana.