La última cena (Milán, Italia)
Crédito: janeb13
Según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret reunió a doce de sus discípulos para compartir unos mendrugos de pan y unos vasos de vino antes de ser crucificado. Este episodio bíblico ha sido ampliamente representado en diferentes periodos de la historia del arte. Casi con total seguridad, su escenificación más característica fue realizada por Leonardo da Vinci en la última década del siglo XV. El genial artista recibió un encargo de Ludovico Sforza para pintar un mural en el convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en la ciudad de Milán. El resultado fue esta magistral obra de arte, que su autor realizó en apenas tres años, periodo de tiempo muy corto para lo acostumbrado en él. En contra de lo que suele pensarse, no es un fresco sino una pintura mural realizada al temple y al óleo. Sus dimensiones son de casi nueve metros de ancho por algo más de cuatro y medio de alto, con lo que ocupa unos cuarenta metros cuadrados de una de las paredes del refectorio conventual. Desde su conclusión fue considerada una obra maestra y artistas de toda Europa llegaban hasta el convento para verla. Incluso se dice que Francisco I de Francia intentó desprenderla de la pared para llevársela. Lamentablemente, la técnica empleada ha acelerado su deterioro, debiendo de ser sometida a restauraciones periódicas para evitar su pérdida definitiva.