La isla misteriosa
Dominada por el emblemático Monte Toro, que en cualquier otro lugar sería apenas una tachuela con sus escasos trescientos cincuenta metros de altura, Menorca pasaría por ser el prototipo de isla mediterránea si no fuera por su intrigante pasado. La denominada cultura talayótica, que se estableció en su territorio durante la Edad del Bronce, resulta bastante desconocida incluso para los expertos, que llevan tiempo enfrascados en la tarea de dar respuesta a los múltiples interrogantes que tan misteriosa isla despierta. Ni siquiera existe un acuerdo sobre la llegada de estos pobladores a sus confines, aunque la mayoría de los investigadores la sitúan en un rango de entre tres mil quinientos y tres mil años atrás.
Antes de seguir adelante, habría que aclarar que la referida cultura talayótica no se estableció tan solo en Menorca, sino que también lo hizo en Mallorca, su vecina isla gimnesia según el apelativo otorgado a ambas por los griegos. Sin embargo, las similitudes prácticamente se ciñen tan solo a la presencia de talayots, típicas edificaciones con forma de torre habituales en ambas islas. Al igual que las navetas, presentes tan solo en territorio menorquín, son construcciones realizadas en piedra seca, es decir encajando una piedra con sus vecinas sin el uso de argamasa o ningún otro tipo de nexo de unión. Su significado real es desconocido y tan solo en Menorca existen más de trescientos ejemplares.
Para hacerse una idea de la prevalencia de esta civilización en Menorca basta el dato de que hasta el momento se han localizado un total de mil quinientos ochenta y seis yacimientos arqueológicos en su superficie. Teniendo en cuenta que la isla apenas supera los setecientos kilómetros cuadrados de extensión se deduce que hasta el rincón más recóndito estaba habitado por un pueblo al que se supone pacífico y dedicado a la agricultura y la ganadería. Un poblado típico es Torrellafuda, donde se conservan restos de la muralla que rodeaba el asentamiento, de diversas viviendas y de algunos talayots. En un lugar preferente del yacimiento puede verse una taula, denominación que sirve para designar tanto a una especie de lugar sagrado del poblamiento como a una extraña construcción que suele estar presente en su interior.
La palabra taula tiene el significado de mesa en catalán y a ello hace referencia esta estructura, aunque particularmente les encuentro más parecido con una letra T gigantesca. Se designa de idéntica manera al recinto que la rodea, que en general tiene forma de herradura y al que los expertos atribuyen una función de santuario. Los ritos que en esos lugares se desarrollaban son desconocidos, aunque existen diversas hipótesis al respecto. Una de las más fundadas los relaciona con el culto al toro, debido a varias figuras de bóvidos halladas en ellos. En el yacimiento de Torretrencada se encuentra una de las taulas más grandes de Menorca, reforzada con una columna adicional debido al peso de su losa superior.
Sin embargo, la construcción prehistórica más icónica de Menorca no es un talayot ni una taula, sino una naveta. Las navetas son las edificaciones más características de la isla menorquina, puesto que solo se han encontrado en ella. Deben su denominación a su forma de nave invertida y, entre las aproximadamente una decena que existen, la más conocida y mejor conservada es la Naveta des Tudons. Mide unos catorce metros de largo por seis de ancho y cuatro y medio de alto. Se le calculan unos tres mil años y está considerada el edificio íntegramente conservado más antiguo de Europa. A mediados del siglo XX fue excavada y aparecieron restos de aproximadamente un centenar de personas acompañadas de su ajuar, con lo que su función fue al parecer estrictamente funeraria. No todo iba a ser misterio en la isla misteriosa.