El país con un mayor número de ciudadanos que han sido galardonados con el Premio Nobel con relación a su población total no es Alemania, ni Rusia, ni siquiera Estados Unidos. Tal honor recae en una isla caribeña casi desconocida, que responde al nombre de Santa Lucía. En realidad solo son dos los ciudadanos de este estado que han logrado tan alto galardón: Arthur Lewis, que ganó el Nobel de Economía en 1979 y Derek Walcott, que logró el de Literatura en 1992. Pero teniendo en cuenta que los habitantes de la isla son aproximadamente ciento cincuenta mil, el porcentaje convierte a Santa Lucía en la nación con un mayor número de Premio Nobel per capita, hecho del que sus ciudadanos se sienten verdaderamente orgullosos.

Santa Lucía es un estado formado por una única isla de tamaño similar al de Ibiza. Como ocurre con otras componentes de las denominadas Pequeñas Antillas su origen es volcánico, por lo que difiere bastante de la típica y tópica imagen caribeña repetida hasta la saciedad en Europa. Santa Lucía es verde y montañosa, todo un paraíso para los amantes de la naturaleza. Contiene incluso un volcán todavía activo, al que sus habitantes conocen como Sulphur Springs debido a las emanaciones de azufre que emite. Y no lejos de este lugar se encuentran unas montañas gemelas de espectacular belleza, localmente conocidas como Pitons y que representan la imagen más característica del país.

El pasado de este pequeño país es bastante similar al de otros estados de la zona. La isla fue descubierta por españoles, a quienes debe su nombre actual, pero no llegó a atraer del todo el interés hispano debido a su escasez de recursos. Poco tiempo más tarde llegaron a sus costas ingleses y franceses, que lucharon encarnizadamente por su posesión durante años. De las dimensiones de este enfrentamiento puede dar idea el dato de que Santa Lucía cambió de manos al menos catorce veces en un lapso de tiempo inferior a los dos siglos. Finalmente, los ingleses se hicieron con su control definitivo hasta que el país consiguió la independencia en 1979. No queda en Santa Lucía prácticamente ningún vestigio de sus originales moradores amerindios, siendo la población actual casi por completo descendiente de los esclavos allí llevados desde África durante aquel negro periodo.

Diversas plantaciones de caña de azúcar florecieron por buena parte del territorio de Santa Lucía a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Con el paso del tiempo, el método tradicional usado para la producción de azúcar cayó en desuso y las plantaciones fueron poco a poco abandonadas. Hasta que en las últimas décadas del siglo XX el maná del turismo llegó también a esta isla casi olvidada y las haciendas que aún estaban en pie fueron reconvertidas en hoteles, jardines botánicos, restaurantes o simplemente como medio de instruir a los turistas en una forma de vida felizmente pasada. Una de las más antiguas es Marquis Plantation, dedicada en el pasado a la producción de plátanos. Conserva una vieja mansión colonial rodeada por un paradisiaco jardín con fantásticas vistas sobre la bahía de Castries.

Castries es la capital de Santa Lucía y en ella habita casi un tercio de la población del país. Salvo algún que otro edificio colonial y un par de iglesias no ofrece demasiado al viajero. Conviene dirigirse hacia el interior de la isla, tomando la carretera que va hacia Anse la Raye y Dennery. No lejos del cruce que lleva hacia cada una de esas localidades puede disfrutarse de una magnífica perspectiva del lugar conocido como Marigot Bay. Este sitio ha sido calificado en numerosas ocasiones como la bahía más hermosa del Caribe y ha servido de escenario para películas como Doctor Doolittle o una de las secuelas de Superman. Allí, el Caribe más desconocido y auténtico se muestra en todo su esplendor ofreciendo al afortunado visitante una imagen que permanecerá para siempre en su retina.