Crédito: Edgardo W. Olivera
Protegida por un sistema de fortificaciones, La Habana Vieja constituye el centro histórico de la capital de Cuba. En el pasado estuvo rodeada por una muralla de la que todavía se conservan trazas, aunque en su mayor parte fue derribada durante la segunda mitad del siglo XIX. Cuenta con una superficie algo superior a los dos kilómetros cuadrados y se desarrolló a partir de cuatro plazas, concretamente la plaza de Armas, la plaza de San Francisco, la Plaza Vieja y la plaza de la Catedral. En esta última se encuentra la Catedral Metropolitana, quizás la construcción más destacada de la ciudad. Sobresalen también el Museo Nacional de Bellas Artes; el Edificio Bacardí; el Gran Teatro, sede del cotizado Ballet Nacional de Cuba; el restaurante Floridita; El Templete y el Museo de la Revolución. En cuanto a las fortalezas que la protegían, despunta la localmente conocida como El Morro, sin olvidar La Real Fuerza y La Punta.
