La cuenta atrás: Roberto González
Comienza la cuenta atrás para Roberto González. Como habitualmente ocurre con los grandes viajeros, Roberto suele pasar desapercibido en un gremio donde quienes más ruido arman suelen ser inmerecidamente valorados. Y, desde luego, méritos no le faltan para ser ampliamente reconocido entre los viajeros españoles. Más de una cincuentena de estados visitados en profundidad y una ilusión por viajar sin límites desde que vino al mundo. Todo ello lo cuenta en El vuelo de Hermes, blog de viajes que incide más en lo visual que en lo literario, aunque sin olvidar este último aspecto. Hasta hace relativamente poco tiempo, desconocía casi todo sobre Roberto, tanto en su lado puramente viajero como en el personal. Y debo decir que basta con mantener un par de charlas virtuales con él para caer en la cuenta de que, a diferencia de tantos otros, tu interlocutor es alguien que realmente merece la pena. Con ustedes, Roberto González.
10. El viajero, ¿nace o se hace?
Sin duda el viajero nace y en mi caso es genético ya que mis padres, grandes viajeros, me llevaban desde pequeño en todos sus viajes, por cortos que fueran. Ellos me enseñaron que el viaje es un alimento para el alma y que hay que observar, callar y aprender, que un viaje te enriquece más que cualquier otra cosa.
9. ¿Vives para viajar o viajas para vivir?
Te propongo un giro a la pregunta y ampliarla de esta manera: Trabajo para viajar, ya que viajar es para mí la vida, por lo que la vida sólo tiene sentido si viajas, si amplias fronteras mentales y físicas, si crees que todos tus problemas desaparecen desde que subes a un avión, a un barco, a un tren o a una simple bicicleta.
8. Si alguna vez te pierdes, ¿dónde no deberíamos buscarte?
Me encanta perderme, en todos los sentidos de la frase. Perderse es un poco encontrarse a uno mismo, sacar fuerzas y seguir adelante. Pero donde no deberíais buscarme sería en un restaurante de lujo, o en ninguna tienda de ropa de marca, o en ningún sitio que conlleve postureo. Creo que el dinero hay que disfrutarlo viajando, viviendo, y no creando una imagen de ti mismo basada en elementos materiales. Prefiero invertir mi dinero en una caminata por el desierto que en una cena en un restaurante con estrellas Michelin.
7. Dicen que la cabra tira al monte…y tú, ¿para donde tiras?
Pues yo tiro pa’lante… No tengo una preferencia, aunque si que te puedo decir que me gusta más pasar una jornada completa de visitas a templos o museos que tumbarme en la arena con un mojito en la mano sin hacer nada.
6. ¿Estás de acuerdo con quien afirmó que viajar, como todas las drogas, requiere un aumento constante de la dosis?
Por supuesto. Pero se trata de una droga que alimenta el espíritu, que no causa deterioro físico, muy al contrario, aumenta las defensas y te prepara para otras pruebas de la vida.
5. ¿Crees que los prejuicios que suelen acompañar a quien no sale de su tierra se curan viajando? ¿O por el contrario el hecho de viajar los reafirma?
Afortunadamente el viaje es la mejor medicina para todo. Aún así hay personas con un acusado egocentrismo que piensan que «lo de casa es lo mejor» y tienden a comparar lo que ven, lo que comen, o lo que beben en sus viajes y fulminarlo con la típica frase de: «esto es como lo que tenemos en España pero lo nuestro es mucho mejor». Eso lo detesto.
4. Cuando decides hacer un viaje, ¿eliges tú el destino o dejas que el destino te elija a ti?
Elijo yo. Siempre pongo sobre la mesa tres opciones y voy descartando por cuestión de precio, temporada o simplemente por preferencias. Si que es cierto que a veces un destino me atrapa tanto que acabo repitiendo varias veces. En ese caso es el destino el que me elige a mí.
3. ¿Buscas información sobre tus destinos en los blogs de viaje? ¿O te resultan tan aburridos que prefieres encontrarla en otros medios?
Depende. Hay blogs bien estructurados y trabajados que son una fuente de inspiración valiosísima, por lo que en ocasiones recurro a ellos como guion para mis viajes. En otras ocasiones prefiero investigar por mi cuenta y recurrir a las páginas oficiales de turismo de cada país, a guías o simplemente a navegar por la red contrastando opiniones.
2. ¿Qué opinas de esas asociaciones de viajeros de nombre tan anglosajón y cuyos miembros en buena parte desconocen la lengua de Shakespeare?
Mis opiniones prefiero guardármelas ya que son personales y no siempre sientan bien, pero creo que nuestra lengua es lo suficientemente rica como para recurrir a ella en todo momento y no seguir la tendencia globalizadora de tener que poner un nombre en inglés a todo.
1. Una que no me resisto a hacerte: Creo que tu ciudad favorita es Benarés, ¿a qué se debe tu admiración por una ciudad tan controvertida?
Tiendo a repetirme cada vez que me hablan de Varanasi, pero tiene algo realmente cautivador. Cuando estás allí sientes pasión y lástima por ella, sientes su color y hueles la muerte en cada esquina, vibras con su música y se te rompe el corazón ante los macabros espectáculos de los ghats. Pero es que Benarés es un canto a la vida a través de la muerte, es la materialización del Nirvana.
0. Para terminar la cuenta atrás y comenzar el viaje, indícanos tus cinco lugares que todo el mundo debería visitar antes de morir.
Difícil pregunta, pero intentaré ser objetivo.
1.- India, por sus contrastes de casta, de color y de riqueza. Recomiendo hacer este viaje cuando ya se esté curado de esa tendencia a sentir pena por todo.
2.- Nueva York, porque es la capital del mundo. Es imposible quedar impasible ante ella.
3.- Bali, su gente es amable hasta decir basta y la isla es el paraíso en la tierra.
4.- Nueva Zelanda, un lugar que se mantiene casi virgen. Es lo que tiene estar tan lejos de todo.
5.-Islandia, la tierra de hielo y fuego que te confunde, te envuelve y finalmente te atrapa. Conducir por sus carreteras es un auténtico viaje existencial.
Tan solo desearte que continúes adelante en tu propio viaje existencial y, quien sabe, que algún día nos encontremos en el camino.
Encantada de conocer a Roberto. La frase «observar, callar y aprender» tiene mucha miga. Son tres verbos que muchas veces cuesta ponerlos en práctica y creo que son la esencia de un buen viajero.
Un saludo
Debo admitir que yo mismo a veces no los he puesto en práctica y bien que me arrepiento. Especialmente el verbo «callar» me cuesta conjugarlo, aunque cuando viajo suele ser diferente pero no siempre. Creo que Roberto en eso puede darme lecciones.
Muchas gracias por tu comentario.