Hay varios Kremlins rusos que ya están incluidos en la lista de UNESCO como Patrimonios de la Humanidad de pleno derecho en las ciudades de Moscú, San Petersburgo, Kazán, Novgorod, más el Kremlin/Monasterio de las Islas Solovetsky. Actualmente, en la Lista Indicativa de UNESCO Rusia ha presentado los Kremlins de las siguientes tres ciudades: Pskov, Rostov y Astrakhan. También existen Kremlins en otras ciudades rusas, como Smolensk, Uglich, Tula, Nizhni Novgorod, Tobolsk, Kolomna, Zaraysk, Astrakhan, Ivangorod.
Además, unas dos docenas de Kremlins están en ruinas (como el de Ufa), y otra media más no posee murallas protectoras (como los de Vladimir, Ryazan, Vologda o Yaroslavl). Normalmente, los Kremlins se erigen en lo alto de colinas o a orillas de un lago, por motivos de defensa y por la necesidad del agua.
Me gustaría conocerlos todos, pero no es el caso, y de algunos de los que he visitado no poseo fotografías, por ello las que muestro aquí a continuación corresponden (por orden de aparición) a los Kremlins no contemplados por UNESCO como Patrimonios de la Humanidad, de las ciudades de:
– Astrakhan: fotos 1 – 2 – 3 – 4
– Smolensk: 5 – 6 – 7
– Tula: 8 – 9
– Yoshkar-Ola: 10 – 11
– Yaroslavl: 12 – 13
– Vologda: 14 – 15
– Ryazan: 16 – 17 – 18
– Tobolsk: 19 – 20 – 21
No muestro fotos de los Kremlins de los cinco Patrimonios de la Humanidad existentes ya en UNESCO porque tengo la intención de escribir sobre ellos separadamente, uno a uno, aquí en esta sección de Florencio, en un futuro.
Sólo muestro los Kremlins donde he estado, con fotos propias. El Kremlin de Smolensk me dio un poco de pena, pues está muy descuidado, el de Tula es muy simple, mientras que el de Yoshkar-Ola es de nueva construcción. El de Vologda no tiene murallas, lo mismo que el de Yaroslavl. Los de Astrakhan y Ryazan son muy atractivos, pero no tanto como el de Tobolsk, mi favorito de este elenco, que es el único que se halla en Siberia. Como sea que cada año se añaden más Patrimonios de la Humanidad y candidatos a la Lista Indicativa, no es de extrañar que en un futuro todos los Kremlins rusos se incorporen a la lista de nunca acabar de UNESCO.
