Levantada justo al borde del agua en alguno de sus tramos, la muralla de Kotor es un conjunto de fortificaciones destinadas a proteger la ciudad montenegrina de las frecuentes incursiones que llegaban preferentemente desde el mar. Tras ella, agolpada en un pequeño terreno de forma triangular, se encuentra la villa medieval, a la que dan acceso tres puertas, conocidas como Puerta del Mar, Puerta del Río y Puerta Gúrdica. En el interior, el visitante encuentra un casco antiguo en gran estado de conservación donde destacan un puñado de iglesias románicas, como la de San Lucas que tiene la particularidad de ser dedicada tanto a ritos ortodoxos como católicos.