Konarak (por Jorge Sánchez)
Normalmente, la visita a este templo de Konarak (o Konark) se realiza en combinación con los vecinos complejos de templos de Puri y de Bhubaneshwar, a cuyo conjunto se le denomina «El Triángulo Dorado», lo cual toma dos días de tiempo, que fue exactamente el que me tomó a mí. Llegué a Konarak a media tarde tras visitar el templo de Jagannath en Puri (o lo que pude ver de él de manera furtiva y burlando a los guardianes, pues estaba prohibido a los no hindúes). Pretendía quedarme allí a dormir, pero comprobé que la visita sería más breve que la de Puri, así que tras unas tres horas de corretear por Konarak, proseguí el viaje, ya oscuro, hasta Bhubaneshwar. Al Templo del Sol también se le conoce por la Pagoda Negra. Deduje que ese apodo era por el color de sus piedras, pero no, más adelante averigüé que se le llama así en contraposición al templo de Jaganath de Puri, la cual es conocida como Pagoda Blanca. Por suerte, y a diferencia del templo de Jagannath de Puri, éste de Konarak estaba abierto a los no hindúes.
Jaganath es un dios muy querido en buena parte de la India. Junto a su hermano Baladeva y su hermana Subhadra. Son mis dioses indios favoritos, los adoro por su simpatía y la forma como están representados en estilo indio primitivo; parecen sacados de un cuento, o de una película de dibujos animados de Walt Disney (ver la última foto donde los muestro, Jagannath es el dios negro, Baladeva es el blanco, y en el centro está Subhadra, de color amarillo). Los extranjeros pagaban por el billete de ingreso al templo veinte veces más que los indios.
A la entrada había unas placas de piedra explicando en tres idiomas la historia y características de este templo en tres lenguas: oriya (la lengua oficial de Orissa, hablada por más de 30 millones de personas), hindi e inglés. Gracias a la placa en inglés aprendí que el templo había sido construido durante el siglo XIII en forma de un carro gigante de piedra con 24 ruedas y tirado por siete caballos. Está dedicado al dios sol Surya, cuya estatua, en forma de hombre se podía advertir en lo alto del «carro».
Estaba muy bien terminado, sus esculturas mostraban una gran técnica y perfección. Había un sector con bajorrelieves llenos de figuras eróticas adoptando posturas del Kama Sutra, parecidas a las de Kajuraho, que las lozanas mozas indias que pululaban por el templo observaban sin pudor, riéndose entre ellas y tapándose la boca con una mano.
Casi todos los turistas en Konarak eran indios… ejem, perdón, pensándolo bien lo eran todos, pues no recuerdo haber visto allí ningún extranjero, y repasando las fotos que adjunto tampoco se observa ninguno. Tras esta visita reanudé mi viaje en autobús hasta Bhubaneshwar, conocida como «Ciudad-Templo de la India», donde me quedaría a dormir.