Junterones respondones
A Gil Rodríguez de Junterón nunca le gustó que le comieran la tostada. Había nacido en Murcia durante la segunda mitad del siglo XV, una época de cambios en la que la futura España estaba a punto de constituirse como tal. Tras unos años residiendo en Roma, donde ejerció la función de secretario del papa Julio II, regresó a su ciudad natal y ocupó el cargo de Arcediano de Lorca en el Cabildo Catedralicio de la diócesis de Cartagena. Esto lo llevó a ser la tercera autoridad de la diócesis, de mayor nivel incluso si se tiene en cuenta que el obispo en aquellos primeros años del siglo XVI era un alemán que nunca se dignó siquiera a poner el pie en la catedral murciana.
Fuertemente implicado en el movimiento comunero murciano, Junterón tuvo un papel destacado en las revueltas que tuvieron lugar en 1520 y que dieron como resultado el control por parte de las comunidades del gobierno municipal durante aproximadamente un año. Debido a ello, la Corona inició una serie de pleitos contra él que se prolongaron por más de una década, aunque no llegó a perder su cargo de archidiácono. Don Gil estuvo muy integrado también en el círculo de intelectuales locales y, gracias a ello, mantuvo una profunda amistad con personajes como Pedro Fajardo y Chacón, a quien por entonces le había sido concedido el marquesado de los Vélez.
Fajardo se convirtió en el primer marqués de los Vélez gracias a la incorporación de Cartagena, que era de su propiedad, a la Corona de Castilla. A cambio, la reina Isabel la Católica lo compensó con los señoríos de Vélez Blanco, Vélez Rubio y Cuevas del Almanzora, además del mencionado título nobiliario. El poderío de don Pedro era tan grande que ostentaba además los cargos de adelantado mayor del Reino de Murcia, alcaide de los alcázares de Murcia y Lorca, comendador de Caravaca en la Orden de Santiago y señor de Molina de Segura. Construyó el castillo de los Vélez de Vélez Blanco, convirtiéndolo en su residencia principal, así como el homónimo castillo de los Vélez de Mula. Finalizó las obras de la capilla de los Vélez de la catedral murciana con el fin de que le sirviera como sepultura, aunque finalmente fue enterrado en la iglesia de la Magdalena de Vélez Blanco.
El fundador de la capilla de los Vélez fue Juan Chacón de Alvarnáez, adelantado mayor del Reino de Murcia y padre de Pedro Fajardo. Las obras comenzaron hacia 1490 y se dieron por concluidas el 15 de octubre de 1507, de acuerdo con una inscripción que puede verse en su interior. El propósito de don Juan era que sirviera como capilla familiar y lugar para el eterno descanso de sí mismo y sus sucesores, aunque ninguno de ellos fue enterrado allí. Dedicada a San Lucas, el interior destaca por su exuberancia y en el exterior sobresale el blasón de la familia Fajardo sostenido por dos salvajes, además de la enorme cadena de piedra que rodea el conjunto. Alusión tal vez a los prisioneros cristianos liberados por el propio Chacón en sus luchas contra los musulmanes.
A pesar de ser dueño de la ciudad de Beniel y tener muchas influencias en el ámbito religioso, Gil Rodríguez de Junterón no podía competir con el marqués de los Vélez. No obstante, utilizando su prestigio consiguió la autorización necesaria para tener su propio espacio en la catedral murciana. De forma ovalada y dedicada al Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, la capilla de Junterones muestra las armas de su familia y del papa Julio II, a quien el archidiácono había servido como secretario. En el exterior puede leerse en letras grandes la leyenda DEIVNTERON ES, lo que no deja lugar a dudas del talante indomable de su propietario. Y, antecediendo al sepulcro en el que reposan sus restos, está grabado el lema Aquí viene a parar la vida, como prueba de que don Gil está donde siempre quiso estar.